Recientemente se ha acuñado un concepto “Longevity Escape Velocity” que hace un tiempo se vería lejano pero que en los tiempos actuales está relativamente cerca de poderse consolidar. Se explica de forma sencilla, es el punto a partir del cual los avances médicos y tecnológicos prolongan la esperanza de vida más rápido de lo que sucede el propio envejecimiento.
Digamos que cada año que pasa la ciencia sería capaz de añadir más de un año a la esperanza de vida. De este modo se postergaría de manera indefinida la muerte relacionada con causas dependientes del envejecimiento, siempre que esta tasa pueda mantenerse constante. No le podríamos llamar inmortalidad, pero sí sería el punto que más cerca ha estado de ella la humanidad.
¿De donde sale la Longevity Escape Velocity?
El primero en proponer el término fue el gerontólogo Aubrey de Grey. Fue acuñado a principio de los años 2000, aunque en el año 2007 se definen las terapias necesarias para reparar los daños derivados del envejecimiento. Aunque en sus inicios se consideró como ciencia ficción, a partir del 2020 varias startups y fondos privados comenzaron a invertir mucho dinero en esta idea, explorando terapias que acercan el concepto de la Longevity Escape Velocity (LEV) a la realidad.
Actualmente no se ha alcanzado dicho punto, pero sí que han salido a la luz varias intervenciones combinadas que permiten ralentizar o revertir parcialmente el envejecimiento. Lo hacen a una tasa inferior a la LEV, pero desde luego se esperan que extiendan significativamente la esperanza de vida.
Aubrey de Grey espera que se pueda alcanzar la LEV entre 2035 y 2045 si el ritmo del avance se acelera y los tratamientos se vuelven cada vez más accesibles. Desde luego la inteligencia artificial podría jugar un papel importante aquí. Aunque desde luego será un privilegio que no estará al alcance de todos, al menos no en un principio.
¿Qué avances hacen viable la Longevity Escape Velocity?
El envejecimiento es el resultado de daños moleculares y celulares acumulados. Si se pueden reparar estos desperfectos antes de que sean fatales se podría extender la vida de manera indefinida. Desde luego la reprogramación celular juega un papel fundamental aquí. Sería necesario conocer cómo frenar o revertir el acortamiento de los telómeros, para asegurar que el ADN sigue replicándose de manera eficiente en las células.
Los avances en los biomarcadores epigenéticos y en los relojes biológicos han permitido medir con cierta precisión la edad biológica, lo que a su vez facilita la evaluación del efecto de las intervenciones sobre los procesos de envejecimiento. Las tecnologías que se estudian en este campo son las siguientes:
- Reprogramación celular parcial: permite devolver a las células a un estado más joven manipulando los factores de Yamanaka. Ya se ha logrado ejecutar en ratones, sin llegar a inducir cáncer, que sería el efecto secundario más temido.
- Senoterapia: elimina las células senescentes que incrementan la inflamación crónica y la disfunción de los tejidos. En animales se ha conseguido incrementar la esperanza de vida en hasta un 36 % con esta técnica.
- Terapias génicas: permiten restaurar funciones perdidas. Es la gran esperanza para revertir el acortamiento de los telómeros y para promocionar ciertos genes protectores como Klotho. Permitiría rejuvenecer órganos.
- Suplementos: los precursores del NAD+ son la gran esperanza, ya que este subproducto de la vitamina B se reduce en sangre con el paso de los años. También se investiga con la spermidina y con la metformina, que ya cuenta con evidencias favorables.
- Monitoreo continuo: los wereables y test caseros permiten monitorizar parámetros claves relacionados con la salud como la glucosa en sangre y el HRV. Conociendo alteraciones se pueden proponer intervenciones personalizadas para mejorar las funciones y retrasar el deterioro metabólico.
¿Cuándo se alcanzará?
Alcanzar la Longevity Escape Velocity supondría un umbral bi0tecnológico importante. Existen varios escenarios posibles, siendo los optimistas aquellos que afirman que se llegará a dicho punto antes del año 2045. Las primeras terapias combinadas llegarían al mercado en torno a 2028 y los primeros humanos que revierten de forma crónica su edad biológica podrían existir a partir del 2030.
El escenario moderado coloca la fecha en 2050, ya que pueden existir riesgos como los efectos secundarios inesperados o la aparición de nuevas patologías que dificulten el proceso. Probablemente se gane mucha calidad de vida antes, pero no se consiga alcanzar un estatus de longevidad extrema.
Los investigadores más pesimistas, los bioeticistas tradicionales, defienden que nunca se conseguirá alcanzar este propósito. Sí aceptan que la esperanza de vida puede incrementarse significativamente, pero no será plausible garantizar un escape total del envejecimiento. Aun en el peor de los casos, la funcionalidad y la calidad de vida se incrementará significativamente.
Desde luego la mayor parte de los autores convergen en que las primeras personas que logren alcanzar la Longevity Escape Velocity ya han nacido y que el foco debería de ponerse en mejorar los hábitos para mantenerse vivo lo suficiente y así beneficiarse de las terapias de segunda y tercera generación.
¿Qué podemos hacer para acercarnos a este futuro?
Las decisiones que toamos en la actualidad pueden ser diferenciales a la hora de llegar al umbral de la LEV. El objetivo será reducir el daño acumulado y mejorar la salud metabólica. Ya existen ciertas terapias a disposición del usuario que ayudan a ello. Por supuesto poner el foco en los hábitos marca también la diferencia.
Lo primero que se puede ejecutar es un test epigenético para conocer la edad biológica. No solo sirve para conocer el punto de partida, sino también para ajustar las intervenciones de longevidad que se vayan poniendo en marcha según pasan los meses.
Después habrá que mejorar los 4 grandes pilares: nutrición, ejercicio, sueño y estrés. Es importante que la dieta sea rica en vegetales y suficiente en proteínas. Con grasas de calidad y baja en procesados industriales. Conviene entrenar fuerza de forma regular y asegurar 150 min cada semana de ejercicio aeróbico. 8 horas de sueño cada noche sin luz azul y protocolos como la respiración controlada y la meditación.
Los protocolos de exposición al frío y al calor han demostrado beneficios de cara a potenciar la longevidad. También la hipoxia intermitente, siendo determinante para beneficiar la salud metabólica y la calidad del descanso nocturno.
En cuanto a los suplementos, el NMN precursor de NAD+ y la spermidina se consolidan como las mejores alternativas para promover la autofagia. También la creatina en combinación con el ejercicio físico cuenta con muchas evidencias.
La estrategia debería contemplar llegar al año 2040 con plena funcionalidad para de ese modo poder beneficiarse de las terapias genéticas más innovadoras, como el CRISPR. Esta técnica de edición genética permite cortar, reemplazar o corregir secuencias específicas del ADN para eliminar mutaciones y reparar genes disfuncionales. Su avance marcará un antes y un después.
Referencias bibliográficas
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- Zhavoronkov A, Mamoshina P, Vanhaelen Q, Scheibye-Knudsen M, Moskalev A, Aliper A. Artificial intelligence for aging and longevity research: Recent advances and perspectives. Ageing Res Rev. 2019 Jan;49:49-66. doi: 10.1016/j.arr.2018.11.003. Epub 2018 Nov 22. PMID: 30472217.





