Contenidos
- ¿Qué es el SIBO?
- ¿Cómo influye el SIBO en la dieta?
- ¿Qué comer con la dieta para SIBO?
- Dieta para SIBO cetogénica o carnívora
- ¿Qué alimentos evitar en la dieta para SIBO?
- ¿Cómo intervenir cuando existe SIBO?
- Cuidado con las preparaciones culinarias en la dieta para SIBO
- ¿Cuánto tarda en resolverse el SIBO?
- Referencias bibliográficas
Optimizar la dieta para SIBO es fundamental para conseguir un control sintomatológico eficiente y para reducir así las molestias. Se trata de una patología que se ha descubierto hace relativamente poco y que condiciona de manera muy negativa las digestiones y las sensaciones tras el consumo de ciertos alimentos. Esto puede llegar a dificultar el planteamiento de una dieta variada y saludable, por lo que conviene identificar el problema y ponerle remedio cuanto antes.
No obstante, no en todos los casos el SIBO se puede resolver solamente haciendo modificaciones en las pautas de alimentación, muchas veces es preciso también plantear un tratamiento con antibióticos para conseguir acabar con las bacterias patógenas que han colonizado la zona proximal del tubo digestivo, provocando molestias. Eso sí, esto es algo que debe dictaminar un médico, pues a esta clase de fármacos no se puede ni se debe acceder sin receta y sin una valoración previa.
¿Qué es el SIBO?
Con el nombre de SIBO catalogamos a un tipo de disbiosis que consiste en el sobrecrecimiento de bacterias en el intestino delgado, generalmente de cepas que suelen estar más bien presentes en el colon. Aunque ninguna parte del tubo digestivo es aséptica, es cierto que la densidad bacteriana es bastante mayor en el intestino grueso que en el delgado. Una alteración de este equilibrio puede dar lugar a un estado patológico que genere síntomas digestivos.
Para diagnosticar el SIBO existen dos pruebas principales: el aspirado intestinal y la prueba de aliento. Esta última es poco sensible y da falsos positivos con frecuencia, siendo la primera el «gold standar». De hecho, para confirmar la enfermedad se requiere que en el líquido intestinal se encuentre una densidad de al menos 103 unidades formadoras de colonias (UFC).
Además podemos distinguir entre dos tipos de SIBO:
- SIBO del tracto aerodigestivo superior. En este caso existe predominancia de géneros Prevotella y Streptococcus viriadans.
- SIBO de coliformes. Se caracteriza por abundancia de Escherichia coli, Klebsiella pneumoniae, Proteus mirabilis, Enterococcus sp o Costridioides sp.
De entre los factores de riesgo para el desarrollo de la patología podemos destacar:
- Escasa producción de ácido clorhídrico en el estómago.
- Alteración de la motilidad gastrointestinal.
- Anomalías anatómicas.
- Enfermedad celíaca o hepática.
- Exposición prolongada a antibióticos.
En los últimos tiempos también nos podemos encontrar algunos ensayos, generalmente de carácter observacional, que vinculan el uso continuado de fármacos inhibidores de la bomba de protones (Omeprazol) con una mayor incidencia de la patología. Faltan ensayos más rigurosos que confirmen la causalidad, ya que de momento se establece como hipótesis.
Desde luego ante el diagnóstico del SIBO conviene actuar modificando ciertos hábitos de vida. Por supuesto si el problema es anatómico habrá que incidir sobre el mismo para así generar una solución en el futuro. No obstante, lo habitual suele ser seguir una pauta de antibióticos y con un suplemento probiótico posterior. Las cepas de Bifidobacterium son las que cuentan con más evidencias. A parte es clave adaptar la dieta. Vamos a centrarnos en este punto.
¿Cómo influye el SIBO en la dieta?
Lo primero que hay que entender es que el SIBO provoca problemas de malabsorción de varios nutrientes. Las bacterias generan daños en la mucosa y puede interferir en la correcta digestión, generando así déficits que terminen en otros problemas de salud más graves. Por ello, aunque los síntomas intestinales no sean limitantes o incapacitantes conviene tratar el problema cuanto antes. Generalmente los efectos del SIBO a nivel nutricional son los siguientes:
- Malabsorción de vitamina B12 y de ácido fólico. Esto puede provocar anemia y defectos en la función del sistema nervioso central.
- Malabsorción de vitaminas liposolubles como la A, D, E y K. Generalmente conlleva un incremento de la inflamación en el organismo, a parte de posibles problemas visuales u óseos.
- Malabsorción de las grasas. Para digerir los lípidos es necesario que se activen los ácidos biliares. Dicho proceso es dependiente de la microbiota. Una alteración de la misma puede dar lugar a pérdidas de grasa a través de las heces, alterando el estado nutricional.
- Malabsorción de proteínas. El SIBO puede conllevar una reducción en la disponibilidad de las proteínas y un exceso de fermentación de las mismas con posterior producción de gas. El recambio proteico se ve afectado y la concentración de aminoácidos esenciales en la sangre se reduce.
¿Qué comer con la dieta para SIBO?
Lo más normal es que cuando tienes SIBO los alimentos con alto contenido en fibra o en compuestos FODMAP (polisacáridos fermentables) sienten mal y aumenten los dolores, gases y molestias. Por este motivo la primera indicación es la restricción de dicha clase de productos.
Ahora bien, es importante plantear una dieta para SIBO lo suficientemente variada como para cubrir los requerimientos nutricionales, a pesar de existir limitaciones evidentes.
En líneas generales lo que mejor va a sentar son los productos de origen animal. Las carnes, los huevos y los lácteos suelen provocar digestiones sencillas posteriores y no fermentan en el interior del tubo. Así se evita que este sobrecrecimiento bacteriano aumente y que poco a poco la enfermedad se vaya agravando.
Incluso se podrían incluir ciertas frutas en la pauta como los cítricos, la papaya o el melón. Pero lo mejor en estos casos es probar la tolerancia individual, ya que no a todo el mundo le sienta bien.
Con ambos grupos de alimentos conseguiremos relativamente cubrir las necesidades de proteínas y de antioxidantes. Aun así es posible que los requerimientos de ciertos micronutrientes no se vean satisfechos. En este caso habría que recurrir a la suplementación de forma temporal. La dieta para SIBO no deja de ser un régimen restrictivo con bastantes carencias.
Dieta para SIBO cetogénica o carnívora
En los últimos años se ha puesto de moda la dieta para SIBO cetogénica o carnívora con el objetivo de controlar la sintomatología. Lo cierto es que ha acumulado varias evidencias positivas al respecto. Este tipo de alimentación es bastante baja en fibra, por lo que provoca una reducción de la fermentación y de los gases, así como una modificación en el perfil de la microbiota.
Se está popularizando también para el tratamiento de las enfermedades inflamatorias intestinales en general, ofreciendo bastante buenos resultados. Ahora bien, hay que entender que es un modelo poco sostenible, por lo que se implementará de manera transitoria. La opción cetogénica genera un poco más de adherencia, pero la carnívora realmente se reduce a alimentos de origen animal como carne, pescado, lácteos, huevos y mantequilla. Puede provocar por lo tanto déficits en micronutrientes y en polifenoles.
Lo ideal en estos casos es probar algún régimen más restrictivo o bajo en fibra para posteriormente, cuando los síntomas remiten, reintroducir progresivamente los alimentos de origen vegetal. Hay que experimentar la tolerancia individual pero si hubo administración de antibióticos o de probióticos lo normal es que la configuración de la microbiota haya variado y que por lo tanto el problema se resuelva.
¿Qué alimentos evitar en la dieta para SIBO?
Como comentamos, el SIBO es un crecimiento de bacterias patógenas en la zona proximal del intestino delgado. Estos microorganismos se alimentan fundamentalmente de las fibras no digeribles, pero sí fermentables. Dichos compuestos están presentes en productos como los cereales, las legumbres, los arroces, las crucíferas…Por ello se han de reducir o eliminar varios tipos de comestibles hasta que no se resuelva en problema.
Lo cierto es que la intervención dietética a través de la dieta para SIBO puede llegar a provocar una cierta carencia de carbohidratos, sobre todo cuando la persona tiene un estilo de vida activo o es deportista. En este caso la mejor alternativa será recurrir a las harinas refinadas o a los azúcares simples para tratar de cubrir la necesidad y no sufrir periodos de cansancio o reducciones bruscas en el rendimiento.
Pero lo mejor en estas situaciones es contar con la supervisión de un profesional, ya que podría ser preciso administrar carbohidratos por vía líquida o manipular la pauta de suplementación. En el resto de los casos la restricción dietética no debería de suponer un problema, ya que se propone de manera temporal. Normalmente con una supresión de 3-4 semanas de legumbres, alimentos con alto contenido en fibra y ciertos vegetales como la lechuga y las crucíferas suele ser suficiente para lograr una remisión de los síntomas. A parte se puede apoyar el tratamiento con la inclusión de un suplemento de probióticos para modificar positivamente la composición de la microbiota.
¿Cómo intervenir cuando existe SIBO?
Lo recomendable antes de plantear la dieta para SIBO es obtener un diagnóstico adecuado. Existen varios tipos de patologías o de alteraciones en la microbiota que pueden provocar síntomas parecidos, y no todos se resuelven de la misma manera. Por este motivo lo más aconsejable es acudir al gastroenterólogo si se sufren incomodidades digestivas recurrentes para que este pueda realizar las pruebas necesarias y después ofrecer un diagnóstico preciso.
Una vez que el SIBO se ha identificado se puede actuar por medio de dos vías: una más conservadora y otra agresiva. Esta última requiere el empleo de 3 antibióticos distintos y de un probiótico de forma posterior. Es conveniente no empezar por ella ya que se podría curar el sobrecrecimiento bacteriano de una forma más amigable con el medio interno. Al final cuantas menos veces tengamos que consumir fármacos a lo largo de la vida mejor.
El tratamiento conservador consiste en implementar una dieta para SIBO baja en fibra y en FODMAPs durante unas 4 semanas, incluyendo en este periodo un probiótico adecuado para tratar de restaurar la microbiota y que las bacterias beneficiosas compitan y desplacen a las patógenas. Pasado este tiempo se comenzarán a introducir los alimentos problemáticos de forma progresiva, dejando para el final las legumbres y las crucíferas. Estas suelen incrementar la producción de gas y las molestias asociadas.
¿Cuál es el tratamiento farmacológico para el SIBO?
Además de comprender las bases de la dieta para SIBO es importante conocer cuál es el tratamiento farmacológico que la suele acompañar y cómo funciona. Normalmente se pautan antibióticos que suelen ser rifaximina, metronidazol y neomicina. En algunas ocasiones se refuerza el planteamiento con ciprofloxacino o levofloxacino, aunque suelen evitarse por presentar un perfil de efectos secundarios más agresivo.
Lo general suele ser realizar combinaciones de estos antibióticos mencionados, aunque en algunos casos basta con administrarlos de forma aislada cuando el problema todavía no es grave. En los casos con más sintomatología pueden ser precisas dosis elevadas junto con una dieta para SIBO adecuada que mejore los efectos de la farmacología y evite el sobrecrecimiento bacteriano.
A parte puede ser útil el empleo de procinéticos. Mejoran la motilidad intestinal y ayudan a vaciar el intestino delgado, ayudando a combatir la sintomatología típica de la enfermedad. Los más habituales son la prucaloprida, la metocropramida y la eritromicina en dosis bajas.
Una vez que el tratamiento farmacológico se concluye lo más adecuado suele ser administrar probióticos. De este modo se restaura la microbiota dañada con bacterias que resulten beneficiosas para el tubo digestivo. Esto va antes que incrementar el espectro de alimentos permitidos en la dieta para SIBO. Posteriormente se aumentará la ingesta de fibra y de vegetales de manera progresiva para comprobar la tolerancia.
Cuidado con las preparaciones culinarias en la dieta para SIBO
Aunque no lo hemos comentado hasta el momento, es importante destacar que se debe tener cierta precaución con el uso de condimentos y con las preparaciones culinarias cuando existe SIBO. Tanto el estómago como el intestino están más delicados en este momento, por lo que el consumo de comidas picantes o con mucha cantidad de grasa pueden provocar problemas de manera posterior. También habrá que evitar los dulces, los alimentos con aditivos y los ultraprocesados industriales.
En líneas generales se recomienda priorizar las cocciones al vapor, con agua, al horno o con la plancha, siempre moderando la cantidad de aceite utilizada. Los fritos y los rebozados es muy posible que den problemas, junto con las bebidas gaseosas y el alcohol. De hecho, el consumo habitual de este último tóxico puede ser uno de los desencadenantes del propio SIBO, junto con infecciones anteriores, uso recurrente de antibióticos o ausencia de lactancia materna durante la infancia.
¿Cuánto tarda en resolverse el SIBO?
Dependiendo del método de tratamiento que se emplee el sobrecrecimiento bacteriano puede tardar más o menos en resolverse. Con una dieta para SIBO baja en FODMAP y un probiótico de calidad puede experimentarse mejoría a partir de la primera semana, dependiendo de la gravedad de la situación. Aun así no se podrá volver a un estilo de vida «normal» con inclusión de todos los tipos de alimentos hasta pasados 3 o 4 meses. Eso variará según el caso.
Cuando directamente se aplican los antibióticos el proceso es mucho más rápido. En un mes podrían barrerse todas las bacterias que están generando la patología para posteriormente reconfigurar la microbiota con probióticos en otras dos semanas más. A partir de aquí ya se podría plantear una dieta variada sin mayores inconvenientes, si todo ha salido correctamente. Pero comentamos, esta no es la primera opción que se debe emplear, al menos en casos leves o moderados.
Por último recuerda que un buen mecanismo de prevención del SIBO y de otras patologías con carácter digestivo es la promoción de los buenos hábitos de vida. Comer variado, hacer ejercicio con frecuencia, dormir 8 horas cada noche y evitar los tóxicos será determinante a medio plazo para mantener un óptimo estado de salud. Y antes de plantear una dieta para SIBO trata de contactar con un profesional.
Referencias bibliográficas
- Bohm, M., Siwiec, R. M., & Wo, J. M. (2013). Diagnosis and management of small intestinal bacterial overgrowth. Nutrition in clinical practice : official publication of the American Society for Parenteral and Enteral Nutrition, 28(3), 289–299. https://doi.org/10.1177/0884533613485882
- Rao, S. S. C., & Bhagatwala, J. (2019). Small Intestinal Bacterial Overgrowth: Clinical Features and Therapeutic Management. Clinical and translational gastroenterology, 10(10), e00078. https://doi.org/10.14309/ctg.0000000000000078