En la actualidad contamos con varios dispositivos que nos sirven para monitorizar la salud o para realizar un seguimiento nutricional. No solo calibran los alimentos, sino que nos ofrecen información sobre variables fisiológicas acercándonos a su impacto en el organismo. Es algo que, cuando tenemos la base clara, puede llegar a ser diferencial. Vamos a explorar los más reconocidos y que cuentan con mayores evidencias.
Relojes y wearables que estiman el gasto y el balance energético
Empezamos por el punto más crítico de todos. Conocer las calorías que gastamos cada día es difícil. Ningún dispositivo en la actualidad es capaz de ofrecer un dato preciso a no ser que empleemos una calorimetría indirecta, algo poco práctico. Ahora bien, algunos wearables de muñeca consiguen dar una estimación que puede servir, con ensayo y error posterior, para saber más o menos en que franjas nos movemos.
Hay que destacar otra cuestión importante, y es que tampoco conocemos cuántas calorías aprovechamos de los alimentos. Aquí entran ciertas variables en juego, como la fibra consumida en la misma ingesta, el perfil de la microbiota, cuestiones genéticas...Por lo que para plantear una dieta hipo o hipercalórica en relación a un individuo siempre hay que hacer pruebas y aproximaciones.
De todos modos en el mercado hay varios modelos avanzados como el apple watch, el garmin, el whoop, el polar o el oura ring que integran varios sensores de frecuencia cardíaca y acelerómetros que sí pueden llegar a determinar con cierta precisión el nivel de actividad física diario. Esto ofrece una información sobre la tendencia muy útil, sobre todo cuando conocemos los macros de la dieta, para hacer ajustes con un mayor nivel de precisión.
Los ensayos actuales muestran que estos dispositivos cometen errores de hasta un 20 % cuando se comparan con el gold estandar a la hora de medir el gasto calórico total. Pero cuando hablamos de actividades cíclicas como correr o la bici la precisión aumenta. Si se programa bien el dispositivo con métricas fisiológicas y se optan por las versiones más modernas que también valoran el HRV y la temperatura la precisión sube.
Aunque a día de hoy no sirven para contar calorías de forma exacta, sí permiten entender mejor la fisiología y comparar tendencias.
Básculas inteligentes y escáneres de composición corporal
Las básculas son dispositivos que de forma clásica se limitaban a ofrecer un dato sobre el peso corporal. Pero en la actualidad se han equipado con ciertos sensores de bioimpedancia que miden la resistencia a la electricidad de los compartimentos del organismo, permitiendo así estimar el estado de composición corporal.
Tanita, InBody o Withings Body Scan son las más conocidas y utilizan varios electrodos segmentales con múltiples frecuencias para conocer la cantidad de grasa subcutánea y visceral del cuerpo. También la masa muscular y el peso óseo.
Pero la precisión sigue siendo limitada. Algunos ensayos hablan de un error de un 5 % en las básculas domésticas a la hora de calcular la grasa corporal total. Este es todavía mayor si no se configuran correctamente o si los datos fisiológicos de la persona se alteran. Lo mismo sucede si las mediciones no son homogéneas, es decir, siempre en las mismas condiciones.
Cuando saltamos a modelos más avanzados con múltiples electrodos el error puede llegar a reducirse a un 2 % en comparación con DEXA. No obstante, existe bastante divergencia en la literatura científica al respecto. De nuevo sirven para observar tendencias cuando el patrón de utilización es adecuado, pero no hay que fiarse en exceso de datos concretos aislados.
Apps y dispositivos de registro alimentario
Las aplicaciones de registro de alimentos se han puesto de moda en los últimos años. Con el avance de la inteligencia artificial son capaces de dar una información cada vez más precisa de los macros de los diferentes comestibles. Usan la cámara del móvil para identificar el alimento, estiman su peso y calculan los nutrientes en base a datos de tablas validadas.
Los más destacados son MyFitnessPal, Fitbit Food Logging o MealMeter.
Cuando se comparan con registros manuales y pesajes realizados por personas el error medio ronda el 10 % en calorías y el 12 % en conteo de macros. Esto dependerá de la calidad de la foto, de la iluminación y del tipo de plato. Ahora bien, pueden ofrecer una mayor adherencia a un plan nutricional que el hecho de obligar a usar una báscula de cocina para realizar las diferentes elaboraciones. Ahorran tiempo y son prácticas.
Del mismo modo muchas de estas aplicaciones se pueden integrar con wearables. De este modo se obtiene feedback inmediato y se pueden configurar alertas en base a ciertos objetivos nutricionales.
Sensores de glucosa continua y biomarcadores metabólicos
Estos dispositivos estaban reservados para personas con diabetes hasta hace pocos años. Pero ahora su uso se extendió a la población general, siendo incluso comunes entre deportistas. Pueden servir para conocer con más detalle cómo responde el organismo a la ingesta de ciertos alimentos y, con ello, permitir optimizar la pauta.
Las marcas más conocidas son Levels, Supersapiens o Veri y se basan en un microfilamento subcutáneo que mide la concentración de glucosa en el líquido intersticial cada pocos minutos. Los datos se exportan a una app que permite ver el perfil glucémico contínuo de 24 horas.
En la actualidad se combinan con algoritmos de IA y con otros sensores, lo que permite estimar algunos biomarcadores de forma indirecta. Entre ellos estarían la variabilidad glucémica, la estabilidad glucémica, la tolerancia al ejercicio y la recuperación metabólica. Los modelos recientes también son capaces de monitorizar la oxidación de los sustratos para conocer si predomina el uso de glucosa o de grasas.
La precisión de estos dispositivos es muy alta y permite conocer al momento la respuesta individual a los alimentos. Ahora bien, tampoco conviene obsesionarse con estos datos, sino usarlos como referencia para mejorar las pautas de nutrición.
El futuro de los dispositivos: biosensores no invasivos y microparches
El futuro de la nutrición puede que pase por medir biomarcadores de forma precisa y monitorizar su variabilidad sin tener que recurrir a análisis de sangre periódicas. Se están desarrollando una serie de biosensores no invasivos capaces de monitorizar en tiempo real la glucosa, el lactato, el sodio, el cortisol o los aminoácidos a través del sudor, de la saliva o de la piel.
Varios laboratorios y startups trabajan en el desarrollo de sensores portátiles para cuantificar el estado metabólico de manera continuada. Dichos sistemas funcionan con nanomateriales conductores y biosensores electroquímicos que reaccionan ante la presencia de moléculas concretas.
Con su implementación será fácil evaluar la respuesta de las personas a alimentos concretos o a pautas de alimentación. Se podrá también optimizar mucho la dieta de los atletas, conociendo cómo afecta a su rendimiento y recuperación de forma muy precisa. En un futuro próximo se podrán integrar dispositivos con aplicaciones para tener todos los datos centralizados y realizar los ajustes de manera eficiente.
Mi opinión personal
Cada día me interesan más los dispositivos capaces de ofrecer datos sobre la eficiencia metabólica o sobre el funcionamiento de la fisiología. Los ensayos recientes nos muestran que los niveles de precisión están aumentando, por lo que en muchas ocasiones ya sirven para poder tomar decisiones y ejecutar cambios en base a los parámetros obtenidos.
Personalmente lo que menos me convence son las apps que cuentan calorías y los dispositivos que estiman el gasto, debido al desconocimiento que todavía existe sobre la absorción y el uso de la energía por parte del cuerpo humano. Al mismo tiempo tampoco me parece práctico basar un plan de alimentación en cálculos matemáticos, por lo menos para la mayor parte de la gente, por lo que siempre apuesto por sistemas más intuitivos.
De todos modos, los biosensores me causan mucha intriga y creo que en combinación con la IA en poco tiempo revolucionarán la forma que tenemos de alimentarnos o de trabajar, sobre todo con atletas.





