Los psicodélicos han pasado de convertirse en drogas marginales a posibles moduladores de la salud. Esto es lo que afirman las últimas investigaciones científicas que encuentran un verdadero potencial terapéutico en unas sustancias que, hasta hace poco, solo se destinaban a uso recreativo.
Vamos a ver qué dice la ciencia al respecto y en qué casos y contextos el uso de psicodélicos puede llegar a ser beneficios para el ser humano. No obstante hemos de destacar que aun siguen prohibidos en muchos países y que no se recomienda su uso sin supervisión profesional.
¿Qué son los psicodélicos?
Los psicodélicos son sustancias que alteran la percepción, la cognición y el estado de conciencia mediante la modulación de receptores serotoninérgicos. Sobre todo actúan sobre el 5-HT2A. Cuentan con la ventaja de no generar dependencia física y de provocar estados mentales que facilitan la introspección, la flexibilidad cognitiva y la disolución de patrones rígidos de pensamiento.
Los más conocidos son la psilocibina, el LSD, la mescalina, el DMT o ayahuasca, el MDMA y la Ketamina. Algunos de ellos son naturales y otros sintéticos, pero suelen generar una alteración sensorial intensa y favorecer la neuroplasticidad.
¿Por qué interesan en el campo de la longevidad?
En los últimos años varios investigadores especializados en longevidad han promovido los beneficios de estas sustancias para mejorar la salud mental. El propio Bryan Johnson es un defensor del uso de este tipo de compuestos, lo que genera mucho interés dentro de la comunidad.
No se trata de sustancias que consigan alargar la vida como tal, pero sí pueden llegar a modificar procesos que influyen sobre el envejecimiento. Por ejemplo, tras una sesión con psilocibina o LSD se observan aumentos en la conectividad funcional y en la flexibilidad cognitiva. También existe una reorganización de redes cerebrales.
A parte los psicodélicos pueden resultar interesantes para reducir el estrés crónico y la carga alostática. Este fenómeno pueden acelerar el envejecimiento a través de una elevación permanente del cortisol y de la inflamación sistémica. En un entorno clínico dichos compuestos logran reducir la ansiedad y la rumiación, mejorando la interpretación de los problemas.
No podemos dejar de lado tampoco el efecto antiinflamatorio. Aunque es preliminar, existen ensayos que sugieren que los psicodélicos reducen las citocinas proinflamatorias y modulan las vías inmunes, mejorando marcadores asociados a la inflamación crónica de bajo grado.
Psilocibina: un compuesto prometedor
Dentro de los psicodélicos el que más interés genera dentro de la comunidad científica es la psilocibina. Su perfil de seguridad es elevado y sus efectos lo convierten en una molécula clave a la hora de mejorar la plasticidad neuronal.
Una vez que se ingiere se convierte en psilocina, que actúa principalmente sobre los receptores 5-HT2A. Se genera una ventana temporal de flexibilidad cognitiva que puede ser determinante para procesar emociones o traumas y para modificar comportamientos.
Varios ensayos han demostrado sus beneficios en cuadros de depresión persistente, en ansiedad y miedo existencial, en adicciones e incluso a la hora de mejorar el bienestar psicológico.
Se investiga en la actualidad su posible aplicación al contexto de la longevidad. Provoca incremento de dentritas y sinápsis, mejora la resistencia emocional, facilita la regulación autonómica con menor activación simpática y reduce la inflamación sistémica.
En cuanto al perfil de seguridad destaca el bajo riesgo de dependencia. No genera daños orgánicos agudos significativos y entre los efectos adversos más comunes habría que comentar la ansiedad transitoria, las náuseas o la confusión. Pero no daña estructuras fisiológicas clave para la salud humana. Además no requiere consumo continuado para experimentar beneficios.
Ketamina: mejora rápida del estado de ánimo
La ketamina es la única sustancia dentro de los psicodélicos que ha sido aprobada en entornos clínicos para el tratamiento de la depresión. Actúa como antagonista del receptor NMDA provocando liberación de glutamato, activación de la vía mTOR, formación de nuevas conexiones neuronales y reducción de redes cerebrales hiperactivas.
Se trata de un antidepresivo rápido que puede reducir el riesgo de ideación suicida y que mejora la calidad del sueño. También tiene efectos a nivel de regulación emocional, aumentando la motivación y la capacidad para retomar hábitos saludables.
Pero esta sustancia sí puede presentar un perfil de riesgo un poco más elevado. Genera efecto disociativo transitorio, náuseas o mareos y elevación temporal de la tensión arterial. Además existe riesgo de abuso si se emplea fuera de la supervisión médica.
MDMA: potencial para la regulación emocional
El MDMA no es un psicodélico clásico. Su principal aplicación clínica es el tratamiento del estrés postraumático con resultados muy sólidos y favorables. Aumenta la serotonina, la dopamina, la noradrenalina y la oxitocina.
Su uso facilita que la persona procese experiencias emocionales complejas sin quedar paralizada por el miedo. Permite integrar dichas experiencias y mejora la autoaceptación, reduciendo la activación simpática. Además podría aumentar la empatía y la capacidad para pedir ayuda.
En el ámbito de la longevidad podría ser interesante para tratar la inflamación persistente, reduciendo también el riesgo cardiovascular. Facilita el sueño y reduce las alteraciones inmunes.
Entre los riesgos potenciales hay que destacar un incremento significativo de la frecuencia cardíaca y de la tensión arterial de forma temporal. Genera hipertermia y podría aumentar la deshidratación cuando se emplea como droga de abuso. Llega a ser neurotóxico si se administra en dosis altas y sin control.
Psicodélicos y cambios de comportamiento
Muchos de los estudios realizados hasta la fecha coinciden en que, tras una experiencia con psicodélicos bien guiada, una parte de las personas cambia su forma de vivir de manera estable. Muchos sujetos abandonan el tabaco, el alcohol u otras drogas, algo que puede ser clave para potenciar la longevidad.
Además la reducción de la ansiedad y de la rumiación se transforma en una calidad de descanso superior, algo que facilita el control glucémico e inflamatorio en el organismo. Hasta se podrían dar cambios en el comportamiento a nivel alimentario, disminuyendo la presencia de atracones.
Por lo tanto los psicodélicos abren una ventana de plasticidad mental y emocional que acompañada de terapia se traducen en cambios de comportamiento mantenidos. Eso sí, muchas de estas sustancias todavía están siendo investigadas y no se ha aprobado su uso terapéutico. En cualquier caso siempre que se empleen ha de ser bajo supervisión profesional.
Referencias bibliográficas
- Carhart-Harris RL, et al. Psilocybin with psychological support for treatment-resistant depression: an open-label feasibility study. The Lancet Psychiatry (2016).
- Rossi GN, et al. Psilocybin-induced neuroplasticity: A systematic review of human and animal studies. Neuroscience & Biobehavioral Reviews (2024).
- Griffiths RR, et al. Psilocybin-occasioned mystical experiences linked to positive behavior change. Journal of Psychopharmacology (2018).





