La metformina es un fármaco del grupo de las biguanidas que se emplea en personas con diabetes o prediabetes para reducir los niveles de azúcar en sangre y la cantidad de glucosa que el organismo absorbe de los alimentos. Se trata de un compuesto que aumenta la respuesta a la insulina, facilitando así el mantenimiento de la homeostasis en el medio interno y la reversión de la patología.
Además, en los últimos años se han investigado los posibles efectos anti envejecimiento de la metformina. Varios ensayos han mostrado como podría retrasar el acortamiento de los telómeros, aumentando la esperanza de vida. Por ello se ha popularizado más allá de su poder a la hora de regular las glucemias.
¿Qué es la metformina?
Conocemos como metformina a uno de los fármacos orales de elección (sujetos a prescripción médica) en el tratamiento de la diabetes de tipo II. Generalmente se administra en forma de tabletas de liberación prolongada o a través de una solución líquida. Su pauta de consumo es de una dosis dos veces al día, comenzándose por una concentración baja y aumentando según la tolerancia individual. Es un fármaco que provoca ciertas molestias digestivas, por lo que no todos los pacientes cuentan con buena adherencia a él.
Lo que se busca con la metformina es una reducción de los niveles de azúcar en sangre. En personas que han desarrollado diabetes la acción de la insulina se ve comprometida. Existe una sobreproducción de la hormona debido a la baja sensibilidad de las células musculares y del tejido graso a la hormona, lo que poco a poco incrementa el estrés pancreático y el nivel de inflamación general en el organismo.
A parte, mantener una concentración elevada de azúcar en sangre resulta peligroso pues puede causar, entre otras cosas, problemas agudos de visión. A largo plazo incrementará el daño celular y las afecciones cardiovasculares. Incluso varios tipos de cáncer se relacionan con el mantenimiento de un exceso de glucosa en el torrente sanguíneo. Aunque la mejor vía para prevenir y controlar esta alteración es el cambio de hábitos, la farmacología puede apoyar de manera eficiente el tratamiento.
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¿Cómo funciona la metformina?
La metformina actúa principalmente reduciendo la producción hepática de glucosa, a través del proceso conocido como gluconeogénesis. A parte consigue aumentar la captación de este nutriente por parte de la célula muscular, disminuyendo así su concentración en sangre y la necesidad de insulina para regular el equilibrio. Gracias a ambos procesos se incrementa progresivamente la sensibilidad a la hormona, lo que se salda con una pérdida de peso progresiva en combinación con una pauta dietética hipocalórica.
Una de las ventajas de la metformina frente a otros fármacos para la diabetes como las sulfonilureas es que no provoca hipoglucemias. Sin embargo su efectividad es más o menos similar, consiguiendo reducir la hemoglobina glicosilada en torno a un 2 %. Este es el marcador de referencia a la hora de manejar la patología metabólica, pues ofrece una idea de la media de concentración de glucosa en sangre en un periodo de tiempo relativamente amplio.
A parte la metformina puede llegar a provocar una ligera bajada de la presión arterial, junto con cambios en el perfil de lípidos. La inflamación vascular se ve reducida, algo que podría proteger frente a accidentes relacionados con el corazón. En cuanto a su excreción, hay que destacar que se realiza por vía renal sin metabolizar, siendo bajo el estrés hepático que provoca el fármaco.
¿Para quien está indicada la metformina?
Generalmente la metformina se emplea en pacientes con prediabetes y diabetes de tipo II. Estas personas suelen contar con sobrepeso u obesidad, siendo dos problemas de salud muy relacionados entre sí. La dosis administrada suele ser de 2,5 gramos al día, ya que a partir de ahí no se obtienen beneficios adicionales sobre la reducción de las glucemias o de los marcadores principales.
Lo más habitual resulta comenzar con una administración de 0,5 gramos en dos tomas. A partir de ahí se observa la tolerancia al fármaco y se aumenta progresivamente hasta la dosis comentada. Aunque esto es algo que también dependerá del peso o de los valores bioquímicos del individuo.
Eso sí, es importante destacar que el uso de metformina de manera aislada no conlleva una pérdida de peso como tal. Para que esta se consolide es necesario garantizar un déficit energético, a través de la dieta y del ejercicio físico. Hay que destacar que la diabetes de tipo II es una patología condicionada en gran medida por los hábitos. Una modificación positiva de los mismos es necesaria en el tratamiento y podría llegar incluso a provocar una resolución de la enfermedad.
Efectos adversos
Como todo fármaco, la metformina cuenta con efectos secundarios. De hecho se estima con un 5 % de los pacientes no tolera ni siquiera la dosis más baja del compuesto. Normalmente los problemas que experimentan son de tipo gastrointestinal, siendo la diarrea el más frecuente de todos ellos. Es común que aumente la producción de gas y hasta las nauseas.
Ahora bien, hay que destacar otro efecto colateral importante y es la reducción en la absorción de la vitamina B12. En algunos casos pudiendo llegar a causar anemia perniciosa. Por este motivo en combinación con el medicamento se suele recomendar un suplemento de la vitamina, para asegurar así una mayor dosis diaria y evitar un déficit del mismo.
Por último es clave comentar que la metformina está totalmente contraindicada en casos de insuficiencia renal o cardíaca. Esto se produce debido a la posibilidad de experimentar acidosis láctica tras su consumo.
Metformina como agente antienvejecimiento
En varios ensayos en animales que estudiaban los efectos hipoglucemiantes de la metformina se observó como los ratones aumentaban su longevidad. Más tarde se comprobó como el fármaco podría reducir la morbilidad y la mortalidad por enfermedades asociadas al envejecimiento, como es el caso del cáncer. Aunque estos últimos estudios fueron de cohortes, y no sirven para explicar causalidad, sí son estupendos para generar hipótesis y seguir investigando en un futuro.
La metformina es capaz de activar una ruta metabólica conocida como AMPK. Está misma se pone en marcha ante procesos de restricción energética o de ejercicio, por ejemplo. Es contraria a la vía mTOR, generalmente asociada a periodos de sobrealimentación. El caso es que el fármaco actúa sobre la cadena respiratoria en las mitocondrias mejorando su eficiencia. Gracias a ello se mantiene el equilibrio oxidativo y se podrían prevenir patologías de origen metabólico, como es el caso del cáncer.
De hecho, al activar AMPK y silenciar mTOR la probabilidad de que se terminen desarrollando células tumorales malignas baja exponencialmente. Y aunque faltan mecanismos por dilucidar y más ensayos clínicos, cada vez se acumulan más datos conforme la relación entre el consumo del fármaco y una menor incidencia del cáncer podría estar bien establecida.
A parte la metformina es capaz de modular positivamente la epigenética del organismo y también el microbioma. Así se lograr una reducción de la inflamación general dentro del organismo humano, siendo esta base para el desarrollo de enfermedades complejas de manera posterior.
No obstante siguen faltando más ensayos en humanos que diluciden la viabilidad y la seguridad de este tratamiento como terapia antienvejecimiento. Asimismo es necesario acumular mayor evidencia sobre su eficiencia, pues muchos de los mecanismos no se comprenden bien.
El verdadero motor de la longevidad
A pesar de los posibles efectos positivos del fármaco respecto al aumento de la longevidad, hay que destacar un par de cuestiones importantes. La primera de ellas es que la mejor manera de activar la ruta AMPK es por medio del ejercicio físico y de un ligero déficit energético. De hecho sí existen evidencias sólidas conforme la restricción calórica consigue incrementar la esperanza de vida.
Por otra parte, no hay que considerar como nociva la vía mTOR en cualquier situación. Está claro que en condiciones de sobrealimentación se traduce en mayor acumulación de tejido adiposo subcutáneo e inflamación. Sin embargo, también es un mecanismo necesario que se promociona tras el trabajo físico de fuerza. Y es que resulta clave en la construcción y reparación del tejido.
En este sentido, cuando mTOR se activa en respuesta al ejercicio y a un consumo proteico suficiente, no se considera dañino. Todo lo contrario. Al final el músculo es otro de los elementos determinantes en el control endocrino e inflamatorio, y existen mucha literatura que muestra como mantener un buen nivel de tejido magro en el organismo es fundamental para vivir más años.
Por lo tanto, aun suponiendo la eficacia de la metformina como terapia antienvejecimiento, probablemente el efecto neto sea mucho menor que la promoción de unos buenos hábitos durante toda la vid.a
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Referencias bibliográficas
- Soukas AA, Hao H, Wu L. Metformin as Anti-Aging Therapy: Is It for Everyone? Trends Endocrinol Metab. 2019 Oct;30(10):745-755. doi: 10.1016/j.tem.2019.07.015. Epub 2019 Aug 9. PMID: 31405774; PMCID: PMC6779524.
- Foretz M, Guigas B, Viollet B. Metformin: update on mechanisms of action and repurposing potential. Nat Rev Endocrinol. 2023 Aug;19(8):460-476. doi: 10.1038/s41574-023-00833-4. Epub 2023 May 2. PMID: 37130947; PMCID: PMC10153049.