Existe un estudio publicado en PLoS One en el 2017 que analiza el perfil de todos los jugadores de la NBA nacidos entre 1946 y 2010. La esperanza de vida media de los atletas más altos era significativamente inferior a la de los atletas más bajos. Y todo ello a pesar de que hablamos de una población activa con buenos hábitos y acceso a un alto nivel de atención sanitaria.
Dicha problemática era superior en los jugadores que medían más de 213 cm. En este caso, la esperanza de vida era entre 10 y 12 años menor. La causa de muerte principal en estos sujetos era el cáncer, pero también eran recurrentes los problemas cardíacos e incluso las complicaciones metabólicas. De aquí surge una duda clásica, ¿por qué los altos mueren antes?
Fisiología de las personas altas
La esperanza de vida depende de varios factores, genéticos y ambientales. Ante todo hay que destacar que en la mayor parte de los casos son los hábitos de vida lo que más impacta sobre la duración y sobre la calidad de la misma. Pero es cierto que algunos condicionantes genéticos pueden jugar un papel determinante en la partida. Y uno de ellos es la altura.
Ser alto tiene una serie de costes biológicos que podrían generar mayor desgaste, acelerando los procesos de envejecimiento y adelantando la muerte. Empecemos poniendo los datos sobre la mesa. Por cada 6,5 cm de altura extra la mortalidad aumenta entre un 3 y un 7 % (METANALISIS). Hablamos de un efecto pequeño, pero consistente. Aparece, sobre todo, a partir de alturas altas, siendo menos significativo hasta los 180 cm.
Destaquemos una serie de puntos importantes:
- Las personas altas tienen más células. Esto incrementa el riesgo absoluto de mutaciones y de errores en la replicación del ADN, lo que explica una mayor incidencia del cáncer.
- Al mismo tiempo el sistema cardiovascular está mucho más exigido, ya que el corazón tiene que bombear sangre más lejos. Existe un estrés hemodinámico aumentado que se puede saldar con hipertensión, cardiopatía y fibrilación auricular.
- Cuanto mayor es la carga mecánica que soportan las articulaciones más incidencias son también algunos problemas estructurales como la artrosis, algo que puede impactar directamente sobre la funcionalidad del individuo.
- Además la altura se relaciona con mayor concentración de IGF-1 en el desarrollo, una hormona que se ha relacionado al mismo tiempo con envejecimiento celular y cáncer.
- Cabe destacar que las personas altas tienen menor eficiencia metabólica. Mantener un cuerpo grande cuesta mucha energía, algo de se salda con menos reserva funcional en la vejez.
Epidemiología
El primer punto que hay que mencionar es que la relación entre la estatura y la mortalidad no es lineal. Presenta una curva en forma de J suave. En estaturas medias el riesgo es mínimo, mientras que este aumenta de forma significativa a partir del percentil 75. Las grandes cohortes muestran que la mortalidad total aumenta un 3-7 % cada 5-7 cm a partir de 180 cm. Es algo que se observa en poblaciones de todos los continentes.
Varios estudios ajustan por factores de confusión como el tabaquismo, el IMC, el nivel socioeconómico y la actividad física, obteniendo resultados similares. Los efectos de la altura sobre la mortalidad se atenúan cuando los elementos potencialmente nocivos desaparecen. Aún así, no desaparecen por completo.
Hay que destacar que las personas más altas cuentan con mayor incidencia de cáncer de colon, mama, próstata y melatonina, más riesgo de fibrilación auricular, de tromboembolismo venoso y de aneurisma aórtico. Pero en cualquier caso hablamos de un efecto que se nota más en mortalidad tardía, es decir, no afecta a sujetos jóvenes.
Altura y cáncer
La relación entre la altura y el cáncer es una de las asociaciones antropométricas más robustas que existen en la actualidad (estudio). Por cada 10 cm extra de altura el riesgo de cáncer aumenta un 10-15 %. Es algo independiente del sexo o de la etnia.
Si estratificamos por tipo de cáncer nos encontramos que por cada 10 cm más de altura:
- Melanoma: + 20 %
- Colon: +18 %
- Mama: + 20 %
- Próstata: + 15 %
- Ovario: + 15 %
- Tiroides: + 10 %
Los mecanismos están bastante bien explicados. En primer lugar la altura explica un mayor número de células totales, lo que incrementa el riesgo de mutaciones. Además hay un exposición superior a IGF-1 durante la infancia y adolescencia, algo que también se asocia con la proliferación celular, la angiogénesis y una menor apoptosis. Esto podría favorecer el ambiente pro tumoral.
No obstante, la altura lo que hace es desplazar la curva de riesgo. No significa que un individuo alto esté condenado a tener cáncer. Por supuesto los buenos hábitos de vida pueden actuar igualmente como protectores.
Lo que se debería de evitar en casos de sujetos muy grandes es el superávit calórico crónico, la hiperinsulinemia mantenida y la exposición a tóxicos. Mantener un normopeso es fundamental para reducir la señal proliferativa y controlar el riesgo. También un buen nivel de masa muscular con bajo índice de adiposidad es relevante. Esto controla la inflamación, baja la necesidad de insulina y reduce la aromatización.
Por poner la cuestión de la altura en contexto, ser 10 cm más alto puede incrementar el riesgo de cáncer en un 15 % mientras que el consumo de 2 copas de alcohol al día lo hace en hasta un 40 %. Por lo que algunos hábitos siguen pesando más que varios condicionantes genéticos.
Altura y mortalidad cardiovascular
Las personas más altas tienen demandas superiores a nivel de irrigación de los tejidos. Esto provoca que el corazón esté sometido a mayor esfuerzo (estudio), y que ante cualquier reducción de la eficiencia en sus funciones el riesgo de mortalidad aumente. De hecho, por cada 10 cm extra de altura la fibrilación auricular aumenta en un 15 %. El tromboembolismo venoso lo hace en un 20 %. Y también existe mayor prevalencia de aneurisma y de dilatación aórtica.
Pero no todo son malas noticias. Normalmente las personas grandes tienen arterias coronarias de mayor tamaño con un diámetro luminal superior. Esto reduce la resistencia al flujo y reduce la probabilidad de oclusión crítica. De hecho es frecuente ver una tasa inferior de cardiopatía isquémica en esta clase de sujetos.
Ahora bien, el corazón debe generar más presión y trabajar contra un afterload mayor en estos casos. A largo plazo la pared endotelial experimenta un incremento en el nivel de estrés y se producen remodelados cardíacos. Dichos mecanismos favorecen una mayor dilatación auricular, arritmias e insuficiencia cardíaca en los casos más severos.
El ejemplo de la fibrilación auricular es claro. Las personas grandes tienen aurículas mayores y más fibrosis. La conducción eléctrica se vuelve inestable y se puede hasta observar una relación dosis respuesta clara entre la estatura y dicha patología.
Para minimizar los riesgos conviene que los sujetos altos tengan un control más estricto de su presión arterial y un mayor nivel de masa muscular. También beneficia mantener un VO2max alto. No hay nada mejor que ejercitarse con frecuencia, poniendo también en foco en el ejercicio aeróbico.
Cómo reducir el coste biológico
A pesar de lo que hemos comentado, existen ciertas estrategias que permiten reducir parcialmente el coste biológico de ser alto, afectando positivamente a la esperanza de vida. El primer peaje que debemos de paliar procede de la mayor cantidad de células y del IGF-1 circulante.
Para minimizar posibles daños es interesante evitar un superávit energético sostenido y las hiperglucemias crónicas. Conviene hacer ejercicio de forma regular para incrementar la sensibilidad a la insulina y que no sea preciso una gran producción de la hormona. Además el tejido muscular disminuye la cantidad de IGF-1 libre, promoviendo también la liberación de mioquinas antiinflamatorias.
El programa de actividad física ha de estar bien diseñado. No solo hay que hacer fuerza de forma regular sino que conviene plantear sesiones con picos de alta intensidad medidos sobre VO2max para conseguir mantener una buena función endotelial.
Será fundamental evitar el alcohol completamente, ya que provoca cambios en el eje endocrino y puede agravar el coste biológico de la altura. De hecho se estipula que evitar completamente este tóxico compensa ampliamente el peaje de ser alto. Mientras que 10 cm de altura extra aumentan un 15 % el riesgo de cáncer el alcohol diario moderado eleva esta cifra hasta un 40 %.
Es interesante hacer controles más regulares. Sobre todo conviene monitorizar la presión arterial y verificar si existen arritmias. Hay que vigilar la fibrilación auricular, aunque sea subclínica y la capacidad funcional del corazón. También ayuda realizar colonoscopias con cierta regularidad y exámenes dermatológicos para detectar melanomas a tiempo.





