El Síndrome del Intestino Irritable (SII) es un trastorno funcional digestivo de tipo crónico, altamente prevalente, con un gran impacto en la calidad de vida de los pacientes y actualmente con pocas opciones terapéuticas eficaces.
Se define como trastorno funcional rigiéndose por la sintomatología clínica, aunque deben considerarse otros trastornos funcionales de origen gastrointestinal. Históricamente, el SII se ha asociado con estrés y ansiedad, describiéndose mediante la conexión del eje intestino-cerebro.
Causas del síndrome del intestino irritable
La fisiopatología del SII no se conoce completamente, aunque diversos factores influyen en su etiología, pudiendo ser el resultado de interacciones entre diferentes factores como:
- Predisposición genética
- Tipo de dieta
- Presencia de inflamación intestinal de bajo grado
- Alteración de la función barrera intestinal
- Composición y/o alteración de la microbiota intestinal
- Ciertas etiologías infecciosas previas, como la gastroenteritis o la diverticulitis.
También existen ciertos patrones que conllevan a un deterioro de la integridad de la barrera intestinal, como la alteración de la motilidad intestinal, un aumento de la hipersensibilidad visceral, una inadecuada conexión eje intestino-cerebro y la presencia de disbiosis e inflamación intestinal. Éstas últimas se relacionan con un aumento de la permeabilidad de la capa mucosa intestinal, estimulando su activación inmunológica, que junto con la alteración de la microbiota provocan una desregulación del sistema nervioso entérico, afectando a la motilidad intestinal y a una variabilidad de la microbiota.
La inflamación desempeña un papel en la fisiopatología del SII, lo que sugiere que gran proporción del SII se debe a una infección oportunista previa, como la enteritis por Campylobacter o Salmonella.
En términos de su importancia biológica, la glutamina se considera fundamental para la salud intestinal, ya que es un sustrato energético clave para las células intestinales y ayuda en la absorción de nutrientes. También es importante para la función del sistema inmunológico, el equilibrio ácido-base en el cuerpo y el transporte de nitrógeno entre tejidos.
En la fisiología intestinal, la glutamina promueve la proliferación de enterocitos, regula las proteínas de unión estrecha, suprime las vías de señalización proinflamatorias y protege las células contra la apoptosis y el estrés celular durante condiciones normales y patológicas. Entre los diversos tejidos que utilizan glutamina en cantidades elevadas, el intestino utiliza aproximadamente el 30 % de la glutamina total, lo que indica que es un nutriente clave para el intestino.
Síntomas del síndrome del intestino irritable
El SII es de las principales causas de consulta en gastroenterología. La aparición de los síntomas debe ocurrir al menos 6 meses antes del diagnóstico.
Los síntomas pueden variar en intensidad a lo largo del tiempo y los más comunes suelen ser:
- Dolor abdominal, cólico o no
- Distensión o hinchazón abdominal
- Acidez estomacal
- Indigestión o saciedad precoz
- Alteraciones del ritmo deposicional: Estreñimiento, diarrea o ambos
- Trastornos psicológicos, como ansiedad o depresión
- Migrañas
- Dismenorrea severa en mujeres
Diagnóstico del síndrome del intestino irritable
Actualmente su diagnóstico se basa en criterios clínicos debido a la falta de biomarcadores serológicos. El diagnóstico es puramente clínico, a través de la anamnesis, con el cumplimiento de los criterios clínicos Roma IV:
Supone un reto diagnóstico dado que sus manifestaciones clínicas se asemejan a otras entidades gastrointestinales y por ello se debe excluir la existencia de signos y síntomas de alarma.
Subtipos de síndrome del intestino irritable
Siguiendo los criterios de Roma IV, según el patrón de hábito intestinal predominante, la presentación clínica del SII, se puede subclasificar en cuatro tipos según la escala de Bristol:
- SII con predominio diarrea (SII-D), cuando al menos el 25% de las deposiciones son de tipo 6 o tipo 7 en la escala de Bristol.
- SII con predominio estreñimiento (SII-E), cuando el 25% de las deposiciones son de tipo 1 o tipo 2 en la escala de Bristol.
- SII mixto (SII-M), cuando se cumplen ambos criterios anteriores.
- SII no clasificado, cuando cumplen criterios diagnósticos de SII pero sin clasificar los hábitos intestinales de forma precisa.
A su vez, se clasifican en dos subconjuntos:
- Esporádicos (o inespecíficos), cuando los pacientes tienen sintomatología durante un largo período de tiempo, pero sin ningún evento asociado.
- Post-infecciosos (PI), con la aparición repentina de síntomas tras una gastroenteritis. Comprende entre el 6 y el 17% de los pacientes con SII.
Tratamiento del síndrome del intestino irritable
El microbioma intestinal juega un papel clave en la patogénesis del SII, por lo que determinadas intervenciones dietéticas que estén destinadas a la modulación de la composición de la microbiota a través de la dieta y factores modificables como el ejercicio físico, pueden ser prometedoras en el manejo del SII.
Dieta baja en FODMAP
Aunque la dieta baja en FODMAP se sugiere como una estrategia de tratamiento para mejorar tanto los síntomas como el dolor abdominal, flatulencias y diarreas en los pacientes con SII, se ha observado que afecta negativamente a la composición de la microbiota intestinal pudiendo desencadenar deficiencias en vitaminas, minerales y antioxidantes naturales.
Este tipo de dieta limita ciertos alimentos que contienen grandes cantidades de fructosa, fructanos y galactanos, así como la fibra insoluble, desencadenantes de la sintomatología debido a una mayor producción de metano e hidrógeno a nivel intestinal.
Dieta modificada por NICE
En cambio, la dieta modificada por NICE (Instituto Nacional para la Excelencia en la Salud y el Cuidado) podría ser de mayor relevancia y como primera recomendación en este tipo de pacientes, al ser fácil de seguir, menos restrictiva y sin los efectos secundarios. Actualmente es la estrategia nutricional más efectiva y segura.
La dieta NICE se caracteriza por:
- Patrón de comidas regular
- Evitar comidas muy copiosas
- Beber 2L de agua al día
- Reducir la ingesta de ciertos alimentos, como cafeína, fibra insoluble, almidón resistente
- Evitar los refrescos y bebidas azucaradas, alcohol y ciertos edulcorantes polioles
- Ingerir de forma regular la fibra de psyllium.
- Ingesta de fruta con 3 raciones al día (máximo)
Otras modificaciones dietéticas
- Aumentar el consumo de proteínas vegetales y reducir consumo de proteínas animales, especialmente a partir de carnes rojas y lácteos, dado que provocan un aumento de bacterias patógenas e impactando negativamente sobre la composición de la microbiota.
- El origen de las grasas sí importa: Las dietas altas en grasas, especialmente saturadas, inducen a una mayor inflamación y permeabilidad intestinal al modificar la composición de la microbiota. Los ácidos grasos omega – 3, en especial el eicosapentaenoico (EPA) y docosahexaenoico (DHA) poseen efectos antiinflamatorios y ejercen funciones positivas al participar en la restauración de una composición de la microbiota saludable.
- Cero consumo de alcohol: el consumo de alcohol afecta a la mucosa intestinal, causando daños e inflamación e impactando sobre la absorción de nutrientes.
Actividad física recurrente
El ejercicio no sólo influye en los aspectos físicos de la vida humana, sino que también tiene beneficios mentales, mejorando el bienestar y reduciendo los síntomas de ansiedad y depresión.
La actividad física regular es un elemento crucial para apoyar la terapia del SII, al afectar positivamente la salud general, sobre las funciones corporales, el bienestar y el estado de ánimo. También resulta beneficioso para mejorar la gravedad y la frecuencia de la sintomatología del SII. Las formas más comúnmente recomendadas de actividad física entre las personas con SII incluyen caminar, bicicleta, nadar, yoga u otros ejercicios aeróbicos.
Investigaciones y avances en el síndrome del intestino irritable
Hasta hace poco, nos centrábamos en dietas de exclusión, como la baja en FODMAP, la exclusión del gluten o de aquellos alimentos que provocaban sintomatología, aunque a día de hoy existen alternativas prometedoras para mejorar la sintomatología de los pacientes con SII. Sin embargo, muchos de ellos suelen preguntar si deben realizar la exclusión de ciertos grupos de alimentos, por lo que vamos a aclarar algunos conceptos:
¿Debo excluir el gluten de la dieta?
No, no se debe recomendar una dieta sin gluten de forma estandarizada para el tratamiento del SII, dado que su mecanismo no está claro y se necesita más investigación acerca del efecto del gluten.
Diversos estudios han mostrado que otros componentes del trigo podrían desencadenar ciertos síntomas en el SII. El gluten parece no ser el desencadenante de la sintomatología, sino que otros componentes como los presentes en el trigo, especialmente los fructanos presentes en la dieta baja en FODMAP, y los inhibidores de la amilasa tripsina podrían estar implicados.
Sí es cierto que se deben realizar pruebas de sensibilidad al gluten en pacientes con SII debido a un aumento del riesgo de enfermedad celíaca. Algunos estudios informaron que el gluten podría ser un desencadenante en pacientes con predisposición genética a la celiaquía.
En otros estudios, la dieta sin gluten mostró una mejoría en la sintomatología y consistencia de las heces en pacientes con SII-D, por lo que en este subtipo, la eliminación del gluten podría resultar beneficiosa.
¿Debo excluir la lactosa de la dieta?
No debes excluir la lactosa sin antes realizar pruebas de intolerancia y/o evaluar la presencia de sintomatología justo después de la ingestión de la misma. Es posible que más que una intolerancia pueda desencadenarse una malabsorción de la misma debido a la presencia de permeabilidad e inflamación intestinal.
¿Por qué se genera la sintomatología?: Cuando disminuyen los niveles de la enzima lactasa en la mucosa intestinal puede generarse hinchazón, flatulencias, dolor abdominal, náuseas y heces blandas tras la ingestión de alimentos con lactosa, al afectar a la motilidad intestinal y al tiempo de tránsito.
La malabsorción de lactosa no parece ser una causa de SII ni tener una mayor prevalencia, aunque en pacientes con SII, al realizar una alimentación restringida en lactosa, entre el 40 y el 85% notificó mejoría, probablemente debido a una mala digestión de la misma.
Algunos pacientes con SII y con intolerancia a la lactosa habitualmente también presentan sintomatología de malabsorción a la fructosa y/o sorbitol, exacerbando los síntomas.
Aditivos alimentarios a evitar
El uso de forma generalizada de aditivos alimentarios por parte de la industria alimentaria, como emulsionantes o edulcorantes alimentarios pueden aumentar la permeabilidad intestinal. Los emulsionantes se añaden a los alimentos procesados con el objetivo de mejorar la textura y la estabilidad del alimento, siendo capaces de alterar la microbiota intestinal, promoviendo un efecto proinflamatorio y un aumento de la permeabilidad intestinal:
- Carboxilmetilcelulosa (E-466, E-468, E-469): presente en batidos, cafés, horchatas, chocolate a la taza, algunas bebidas vegetales, zumos y néctar de frutas, cremas, salsas, productos de pastelería / bollería, helados, frituras, productos para hornear, quesos de untar y algunos medicamentos, entre otros. También se usa en algunos productos que pueden contener la etiqueta sin gluten o enriquecido en fibra.
- Polisorbato-80 (E-433): Se suele utilizar en chicles, refrescos, helados, sorbetes, tartas, hojaldre, pastelería, patés, sopas y algunas bebidas alcohólicas.
Otros emulsionantes como las lecitinas, mono y diglicéridos de ácidos grasos podrían promover la inflamación y la alteración de la composición de la microbiota, provocando una disbiosis e inflamación intestinal crónica.
Ciertos conservantes, como los nitratos y los nitritos, afectaron de forma negativa sobre la microbiota intestinal, reduciendo la composición de bacterias antiinflamatorias y promoviendo un aumento de las pro-inflamatorias.
Suplementación con glutamina
La glutamina es un aminoácido esencial como suministro de energía para las células epiteliales del tracto gastrointestinal. Mejora la proliferación del epitelio intestinal al ser una fuente de ATP para las células intestinales. Sus efectos positivos se observaron al mejorar la permeabilidad de la mucosa mediante la disminución de los niveles de ciertas endotoxinas, además de preservar el mantenimiento de las uniones estrechas del epitelio intestinal.
En patologías como el SII, su agotamiento conlleva a un aumento de la permeabilidad intestinal, conduciendo a la atrofia de las células epiteliales intestinales. Tratamientos combinados con glutamina, curcumina y ciertos probióticos o prebióticos pueden mejorar la permeabilidad intestinal de forma significativa, además de mostrar mejoras sobre la sintomatología.
Vitaminas importantes
Vitamina D: Estudios demuestran que niveles deficientes de vitamina D están involucrados en la fisiopatología afecciones como el SII, mostrándose una hipovitaminosis en el 50% de los pacientes afectados.
La suplementación con vitamina D puede ser beneficiosa para mejorar la sintomatología gastrointestinal y puede ejercer beneficios sobre la ansiedad y depresión. Por lo tanto, podría suponer un enfoque eficaz para el manejo adecuado en el caso de deficiencia de vitamina D.
Vitamina B6: Su déficit se correlaciona con mayor sintomatología gastrointestinal en pacientes con SII, relacionándose con un mayor estado proinflamatorio. Además, podría actuar como marcador de dietas bajas en nutrientes.
Uso de probióticos
La administración de ciertos probióticos permite mantener la homeostasis e integridad de la mucosa intestinal, además de ejercer funciones sobre la motilidad, digestibilidad enzimática, neutralización de xenobióticos y la producción de vitaminas y ácidos grasos de cadena corta.
Los probióticos ejercen funciones antagónicas frente a los patógenos de forma directa, compitiendo por los sustratos que provienen de la dieta, o indirectamente, produciendo bacteriocinas o mediante la colonización de patógenos mediante la competencia de ciertos receptores comunes.
¿Todos los probióticos son iguales?
No, no todos los probióticos son iguales ni ejercen las mismas funciones. En el SII, sólo ciertas cepas de probióticos han mostrado beneficios al reducir la hipersensibilidad visceral, restaurar la disbiosis de la microbiota intestinal y los episodios de diarreas, al mejorar la consistencia de las heces.
Cepas como B. infantis, S. cerevisiae, L. plantarum y L. rhamnosus GG son las que han mostrado mayores beneficios en la mejora de sintomatología en pacientes con SII, participando en la reducción de la permeabilidad y mejorando la función barrera.
Conclusión
- La primera línea de tratamiento en el SII se deberá basar en las recomendaciones realizadas por NICE. Si no se observa mejoría, valorar el uso de la dieta baja en FODMAP, controlando la calidad de vida y el estado nutricional del paciente.
- No se debe recomendar de forma genérica la dieta sin gluten y sin lactosa en pacientes con SII. Sin embargo, se deberá evaluar la presencia de una posible intolerancia en ambos casos.
- Los resultados de los estudios evaluados describen efectos prometedores para la sintomatología del SII con el uso de ciertos probióticos, simbióticos y prebióticos como la suplementación con ciertas vitaminas y compuestos como la glutamina o curcumina.
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