La disbiosis es una patología cada vez más frecuente que cursa con una alteración de la microbiota normal, lo que origina problemas de carácter gastrointestinal. El tratamiento de este problema puede llegar a ser complicado en muchos casos, llegando a utilizarse antibióticos para eliminar a los microorganismos patógenos resistentes.
En primer lugar, hay que identificar correctamente la enfermedad. Esto se puede llevar a cabo mediante un cultivo bacteriano en heces, aunque a veces es suficiente con una relación de los síntomas. Por ejemplo, una sensación de malestar digestivo tras el consumo de un alimento con fibra puede hacer sospechar de disbiosis.
Primer paso en el tratamiento de la disbiosis
Cuando se detecta un problema de disbiosis hay que trabajar desde el punto de vista nutricional con el objetivo de recomponer la microbiota. Es clave reducir las poblaciones de bacterias nocivas e incrementar la de aquellas que generan beneficios. Por este motivo suele ser recomendable limitar el aporte de fibra en la dieta. Esta sustancia sirve de sustrato no selectivo a los microorganismos del tubo.
Por otra parte, es fundamental retirar todos aquellos ultraprocesados que pueden inducir el crecimiento de bacterias nocivas. Tanto los azúcares simples como las grasas trans pueden promocionar los procesos de disbiosis, agravando los síntomas a medio y a largo plazo. Así lo evidencia un estudio publicado en la revista American Journal of Physiology.
La utilización de antibióticos
En los casos más graves de disbiosis, además del tratamiento dietético puede ser preciso completar con una pauta farmacológica de antibióticos. De lo contrario no se experimentarán mejoras consistentes a nivel sintomático. Ahora bien, en la medida de lo posible conviene evitar el consumo de estos fármacos, ya que generan resistencias y son agresivos para el organismo.
Normalmente suele bastar con la inclusión de un suplemento de probióticos en la pauta, tal y como afirma una investigación publicada en la revista Journal of Microbiology and Biotechnology. Eso si, conviene elegir uno adecuado para cada caso, observando el número de bacterias contenidas en el producto y priorizando los encapsulados para asegurar que estas llegan vivas a la zona donde tienen que ejercer su función.
Con esta estrategia se producirá una sustitución progresiva de las bacterias patógenas por microorganismos beneficiosos, lo que se traducirá en una reducción de los síntomas. Una vez que se comienza a estabilizar la situación se puede reintroducir la fibra de forma progresiva en la pauta, al principio en pocas cantidades y observando la influencia de la misma sobre el proceso digestivo.
Cuidado con las bebidas
En las situaciones de disbiosis, o en el caso de las personas que tengan propensión a desarrollar este trastorno, hay que vigilar también los líquidos que se introducen en la pauta dietética. Como norma general, la mejor herramienta para asegurar un buen estado de hidratación es el agua mineral.
Asimismo, resulta clave evitar tanto los refrescos azucarados como las bebidas alcohólicas. Ambos líquidos conseguirán alterar el buen funcionamiento de la microbiota, además de generar un estado inflamatorio en el organismo que puede desencadenar síntomas severos.
También hay que suprimir de la pauta aquellas bebidas o alimentos que cuenten en su interior con edulcorantes artificiales, ya que estos han demostrado reducir la densidad y la diversidad bacterianas en el tubo. Dicha situación provoca un caldo de cultivo óptimo para la colonización por parte de los microorganismos patógenos.
Disbiosis intestinal, un problema cada vez más frecuente
Los ritmos de vida actuales, el empeoramiento de la dieta y los malos hábitos hacen que cada vez más personas sufran disbiosis intestinal, una condición que puede disminuir notablemente el bienestar. La prevención pasa por plantear una dieta adecuada, y el tratamiento a veces requiere del uso de fármacos.
Sea como fuere, si se suelen priorizar los alimentos frescos frente a los ultraprocesados industriales, se reducen la probabilidades de desarrollar el problema. Es determinante también limitar el aporte de edulcorantes artificiales, elementos capas de afectar negativamente a las bacterias del tubo.
Referencias bibliográficas
- Klingbeil, E., & de La Serre, C. B. (2018). Microbiota modulation by eating patterns and diet composition: impact on food intake. American journal of physiology. Regulatory, integrative and comparative physiology, 315(6), R1254–R1260. https://doi.org/10.1152/ajpregu.00037.2018
- Kim, S. K., Guevarra, R. B., Kim, Y. T., Kwon, J., Kim, H., Cho, J. H., Kim, H. B., & Lee, J. H. (2019). Role of Probiotics in Human Gut Microbiome-Associated Diseases. Journal of microbiology and biotechnology, 29(9), 1335–1340. https://doi.org/10.4014/jmb.1906.06064