La inflamación es un mecanismo relacionado habitualmente con un mal estado de salud, sin embargo, esto no tiene por qué ser así. Se trata de un proceso natural que tiene un objetivo. Mientras lo cumpla de forma eficiente, no supone un riesgo.
Para que lo comprendas, te vamos a contar qué es la inflamación, cuándo resulta peligrosa y cómo los hábitos de vida y dietéticos inciden sobre dicho proceso.
¿Qué es la inflamación?
Según lo comentado, la inflamación es un mecanismo natural que se genera en el momento en el que se detecta una herida o una contingencia en el cuerpo humano. Provoca un aumento de flujo sanguíneo a la zona, consiguiendo así una recuperación más eficiente.
Por ello, no podemos catalogarla como negativa, ya que cumple una función específica. Normalmente existe un estímulo que la dispara y otro que la frena, una vez que se ha subsanado ya el problema.
Sin embargo, los malos hábitos de vida y de alimentación pueden generar ineficiencias en las señales que modulan los mecanismos inflamatorios. Así se provoca un estado conocido como “inflamación crónica de bajo grado” en el cual el propio proceso de la inflamación no finaliza una vez cumplido su cometido, generando un estrés continuado.
A partir de esta situación aumenta el riesgo de alteraciones en el funcionamiento de los órganos, lo que puede derivar en problemas crónicos de salud, como los cardiovasculares y algunos tipos de cáncer.
¿Cómo los hábitos influyen en la inflamación?
Ciertos hábitos de vida son capaces de determinar la eficiencia del organismo a la hora de modular los mecanismos inflamatorios, evitando así que se alcance la situación patológica previamente descrita.
En este sentido, es fundamental promocionar la práctica de ejercicio físico de forma diaria, sobre todo el trabajo de fuerza. Un buen descanso también será fundamental, ya que durante este momento se producen todos los procesos de reparación. Además se reducen los niveles de estrés.
No obstante, queda un tercer pilar clave para garantizar que la inflamación se desarrolle de forma beneficiosa para el cuerpo humano, cumpliendo una función específica. Este es la dieta.
Los nutrientes intervienen en los procesos inflamatorios
Existen ciertos nutrientes, contenidos en los alimentos, que son capaces de aumentar o de disminuir los procesos inflamatorios. Por ello, juegan un papel esencial en la modulación de este estado, generando un buen manejo del mismo.
En primer lugar hay que destacar los ácidos grasos insaturados de la serie omega 3, ya que estos han demostrado disminuuir la inflamación que se produce en el organismo, evitando que esta se promocione el exceso. Así lo evidencia un estudio publicado en Biochemical Society Transactions.
Sin embargo, no todos los lípidos cuentan con esta función, sino que podemos encontrar otros que justamente ejercen el efecto antagónico. Es el caso de los omega 6, según una investigación publicada en Prostaglandins, Leukotrienes and Essential Fatty Acids. Mantener un equilibrio en la ingesta de ambos es primordial, algo poco frecuente en muchas dietas actuales.
Por otra parte, cabe destacar que los lípidos de carácter trans, por norma general, incrementan descontroladamente los procesos inflamatorios, considerándose como nocivos cuando se consumen de forma regular y en grandes cantidades.
Hay que tener en cuenta que para evitar la presencia de los mismos en los alimentos, basta con no someterlos a procesos térmicos agresivos. Eliminando los fritos, los rebozados y los ultraprocesados de la dieta, se disminuye bastante su consumo.
De cara a modular los procesos inflamatorios, hay que hacer especial mención a los fitonutrientes. Con este nomrbe se conoce a una serie de compuestos presentes en alimentos vegetales que actúan como pigmentos o como saborizantes. Un ejemplo es la cúrcumina, presente en la cúrcuma, capaz de ejercer un efecto beneficioso sobre el organismo, tal y como afirma un ensayo publicado en Drug Design, Development and Therapy.
Inflamación y patología cardiovascular
Como hemos comentado, la inflamación descontrolada puede ser un mecanismo subyacente a la aparición de muchas enfermedades. Entre ellas destacan las de tipo cardiovascular. De hecho, los procesos de aterosclerosis están estrechamente relacionados con dicho proceso, mucho más que con el perfil lipídico en sí, según una revisión publicada en Advances in Experimental Medicine and Biology.
Incluso la inflamación puede estar ligada también con el desarrollo de ciertos tipos de cáncer, ya que en contextos inflamatorios es mucho más probable que se produzcan ineficiencias en la duplicación del material genético.
Otros problemas de salud, como los relacionados con el sistema nervioso central, pueden tener que ver con el descontrol de este mecanismo inflamatorio. En todos estos casos la prevención será clave, ya que una vez iniciada para la patología, no suele ser posible revertirla, solo frenarla.

Mejorar los hábitos para controlar la inflamación
Según lo comentado, puede resultar clave modular la inflamación y mejorar la dieta con el objetivo de evitar la aparición de patologías. De todos modos, no se trata de reducir la inflamación a cero, sino de evitar que aparezca la inflamación crónica de bajo grado, permitiendo que el propio mecanismo inflamatorio cumpla sus funciones teniendo un inicio y un fin. Para ello, los buenos hábitos de vida son esenciales.
Referencias bibliográficas
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[…] de relajación. También se puede utilizar para reducir el dolor crónico y para tratar estados inflamatorios. Incluso en los últimos años se está extendiendo su uso a nivel deportivo, con el objetivo de […]
[…] ratios de actividad y evitar el consumo de grandes cantidades de azúcares añadidos, para evitar inflamación en exceso. A partir de aquí, no es para nada nocivo incluir carbohidratos en la pauta de manera […]