Durante los últimos años han proliferado las dietas cetogénicas, debido a los beneficios que pueden llegar a generar sobre el estado de salud. Ahora bien, estamos hablando de una serie de pautas restrictivas que no sirven para todo el mundo, y que cuentan con contraindicaciones en determinados contextos. Por este motivo es necesario aclarar cuándo podría resultar positivo dejar de comer carbohidratos o reducir su presencia en la alimentación y cuando esta medida no se debe tomar.
Antes de comenzar es necesario destacar que la dieta cetogénica como tal surge durante el siglo XX como mecanismo terapéutico frente a problemas de tipo neurológico. Sobre todo en casos de epilepsia se demostró que restringir los glúcidos de la pauta consigue disminuir de manera significativa el número de crisis y su intensidad. A partir de aquí se investigaron también los diferentes efectos que la eliminación de los carbohidratos de la dieta provocaban sobre el estado de salud, con hallazgos importantes.
¿Por qué restringir los carbohidratos en la pauta?
Las dietas cetogénicas son capaces de provocar cambios beneficiosos en el estado de composición corporal. El hecho de limitar el aporte de glúcidos reduce los niveles de glucosa en sangre y estimula la movilización y oxidación de los lípidos, consiguiendo así que estos supongan el combustible principal para la génesis de energía.
Ahora bien, también hay que mencionar que la ingesta de proteína y grasa genera un mayor estado de saciedad que el consumo de carbohidratos, por lo que se puede tender a comer menos al final del día. Sea como fuere, las evidencias acerca del funcionamiento de estas pautas para perder peso son sólidas.
Por otra parte, se ha propuesto que los azúcares simples en el contexto del sedentarismo, sobre todo los añadidos, son capaces de causar un incremento de la inflamación y una peor función pancreática con el paso de los años. Además, estos elementos activan las rutas anabólicas de tipo mTor, que si bien son necesarias para la construcción muscular, en casos de inactividad física podrían conducir también a la génesis tumoral.
De acuerdo con una investigación publicada en la revista Clinical Nutrition, el elevado consumo de azúcar simple se relaciona con una mayor incidencia del cáncer, además de un incremento en la mortalidad por dicha patología. En este sentido, las dietas cetogénicas podrían también presentar un contexto de aplicación importante en el marco de la terapia antineoplásica.
¿Entonces hay que dejar de comer carbohidratos?
Lo cierto es que los escenarios anteriores que hemos planteado, salvando el caso de las patologías neurológicas, cuentan con el sedentarismo como factor de riesgo principal. Si la actividad física es baja o nula reducir el aporte de glúcidos dietéticos podría resultar una estrategia positiva a nivel de salud, siempre y cuando esto genere adherencia. Es necesario tener en cuenta que la dieta cetogénica a veces provoca ciertos síntomas gastrointestinales.
Ahora bien, realmente lo adecuado sería garantizar la práctica de ejercicio físico de forma regular, poniendo el foco en el entreno de fuerza. Bajo estas circunstancias no tiene sentido limitar en exceso los hidratos de carbono, ya que podría ser contraproducente. Los glúcidos suponen el principal combustible para la realización de esfuerzos máximos. Un déficit de los mismos podría afectar negativamente al rendimiento y al riesgo de lesión.
Por ello, la estrategia principal sería mejorar los ratios de actividad y evitar el consumo de grandes cantidades de azúcares añadidos, para evitar inflamación en exceso. A partir de aquí, no es para nada nocivo incluir carbohidratos en la pauta de manera regular, siempre que esta sea equilibrada y variada.
Dejar de comer carbohidratos depende de factores individuales
Como has visto, el hecho de dejar de comer carbohidratos atiende fundamentalmente a motivos individuales. Habrá personas que experimenten una mejora en el estado de salud a partir de dicha estrategia, pero no es válida para todo el mundo. Tampoco supone la opción predilecta, ya que resulta más adecuado promocionar la actividad física como unos de los hábitos de vida saludables.
Por último, recuerda que es posible limitar la presencia de los glúcidos en la pauta sin llegar a restringirlos por completo. De este modo se hace el planteamiento mucho más llevadero. 50 gramos de estos nutrientes al día serán suficientes para que las digestiones resulten óptimas y para evitar alteraciones significativas en las glucemias sanguíneas, siempre y cuando la pauta esté optimizada. Solo en caso de problema neurológico o de cáncer se podrían obtener beneficios a partir de una restricción más severa.
Referencias bibliográficas
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[…] para que este genere alteraciones epigenéticas o problemas relacionados con la homeostasis de la glucosa. También se alcanzaría una situación de este estilo cuando un deportista en activo, pero con una […]