El consumo de alcohol es frecuente en la población deportista, aunque puede perjudicar de manera severa el rendimiento. También la salud, ya que hablamos de una sustancia que resulta tóxica independientemente de la dosis consumida. Lo mejor es optar por la restricción total para evitar alteraciones en el normal funcionamiento de la fisiología. Todavía más en el caso de los atletas, ya que afecta negativamente a la capacidad de recuperación y a las adaptaciones.
Antes de comenzar hemos de desmentir el mito de que una copa de vino con las comidas es buena para el corazón. Las evidencias más recientes nos sugieren lo contrario. Si bien es cierto que dicha bebida concentra una cantidad significativa de compuestos antioxidantes, el alcohol que contiene en su interior puede afectar a la salud cardiovascular. Se incrementarán los niveles de inflamación en el organismo y se producirá alteración hormonal.
Alcohol y resíntesis de glucógeno
En primer lugar revisaremos los efectos de la ingesta de alcohol sobre la capacidad del organismo de resintetizar glucógeno tras un esfuerzo intenso. Lo cierto es que los estudios recientes confirman que el tóxico no afecta a esta ruta fisiológica, por lo que lo realmente determinante será administrar carbohidratos en cantidades suficientes. Eso sí, mejor si estos están acompañados de una dosis de al menos 20 gramos de proteínas de alto valor biológico.
Alcohol y síntesis proteica
En lo que sí afecta negativamente el alcohol es en la síntesis proteica endógena. Se ve disminuida de manera alarmante tras el consumo de dicha sustancia, incluso aunque se ingieran proteínas en cantidades suficientes. Este efecto provoca problemas en las adaptaciones del tejido al esfuerzo y a la carga. No solo bloquea la hipertrofia del tejido magro, sino que también impedirá que el rendimiento en eventos posteriores sea mayor.
Además, incidir sobre la síntesis proteica puede disparar el riesgo de lesión. Menor génesis de estos nutrientes en el medio interno significa que los tejidos no se recuperarán de forma adecuada. En la siguiente sesión de trabajo puede que el músculo no esté capacitado para exigirse al máximo, lo que daría lugar a roturas en las fibras que podrían llevar al atleta a un estado de parón. Por lo tanto, será fundamental evitar el consumo de alcohol y, sobre todo, alejar esta bebida de los momentos posteriores a una competición o esfuerzo intenso.
Desregulación hormonal
Por si el efecto comentado no fuese ya bastante preocupante, es clave comentar también que la ingesta de alcohol reduce los niveles de testosterona circulantes, aumentando a su vez los de cortisol. Esta última hormona activa las vías catabólicas del metabolismo y cuenta con un poder inflamatorio. Al disparar dichas cascadas fisiológicas puede que se dificulte la recuperación y que el dolor muscular o articular en las horas posteriores a la sesión sea más intenso. En el caso de que exista lesión muscular, el tiempo hasta volver a poder rendir al máximo se incrementará.
Evita el consumo de alcohol para mejorar el rendimiento
Según has podido comprobar, el consumo de alcohol no solo es perjudicial para la salud, sino que afecta de manera determinante al rendimiento físico. Por este motivo se debería evitar completamente. La mejor herramienta para favorecer un buen estado de hidratación es el agua, siendo esta la bebida de elección en la mayor parte de los casos. Además, el propio alcohol puede llevar también a un estado de desequilibrio hídrico, condicionando el buen funcionamiento de los riñones.
Referencias bibliográficas
- Vella, L. D., & Cameron-Smith, D. (2010). Alcohol, athletic performance and recovery. Nutrients, 2(8), 781–789. https://doi.org/10.3390/nu2080781
- Steiner, J. L., & Lang, C. H. (2015). Dysregulation of skeletal muscle protein metabolism by alcohol. American journal of physiology. Endocrinology and metabolism, 308(9), E699–E712. https://doi.org/10.1152/ajpendo.00006.2015