Con el nombre de disbiosis intestinal se conoce a un proceso nocivo que cursa con una alteración de la normal población bacteriana del tubo digestivo. Normalmente es la responsable de sintomatología como las diarreas, gases, dolor abdominal, hinchazón…y no siempre se diagnostica de forma acertada. De hecho, lo óptimo sería realizar un análisis de heces para conocer con exactitud el alcance del problema.
Hay que tener en cuenta que la incidencia de este problema se ha incrementado en los últimos años. Este aumento se debe a un empeoramiento de la dieta en general, con mayor presencia de ultraprocesados, y a los ritmos de vida acelerados que influyen sobre la salud mental. Está clara la comunicación bidireccional entre cerebro e intestino, por lo que una situación de ansiedad, estrés o depresión podría influir de forma determinante sobre la diversidad bacteriana del tubo.
Tipos de disbiosis
Existen fundamentalmente 3 tipos de disbiosis intesinal:
- Aquella que se produce por reproducción excesiva de bacterias patógenas.
- La que tiene lugar debido a una reducción de las poblaciones de bacterias beneficiosas.
- La caracterizada por una pérdida de diversidad en líneas generales.
A parte podemos citar una situación especial dentro de este conjunto de problemas conocido como SIBO. Se trata de un crecimiento bacteriano en la zona proximal del intestino delgado, zona con mucha menor carga microbiana que el intestino grueso. Si se asientan aquí un gran número de bacterias proteolíticas es posible que se experimenten problemas y alteraciones en la función digestiva, condicionando el metabolismo y el bienestar del individuo.
Factores de riesgo
Existen varios factores de riesgo para el desarrollo de la disbiosis. El primero, sin lugar a dudas, es la mala utilización de los antibióticos que viene ocurriendo desde hace décadas. El hecho de dejar los tratamientos a medias por una mejora de la sintomatología genera resistencias en los microorganismos a los fármacos, volviendo cepas patógenas mucho más difíciles de combatir.
Las operaciones relacionadas con el tubo digestivo también pueden resultar el origen del problema. No es extraño que se generen ciertas infecciones que terminen con la reproducción de microorganismos nocivos para la salud. Es una situación que puede producirse incluso manteniendo las correctas medidas higiénicas durante la intervención.
Por último, hay que destacar los hábitos de vida como otros de los factores de riesgo. Una mala dieta, basada en la ingesta de alimentos procesados, aditivos alimentarios, azúcares simples y grasas trans terminará por generar un cambio en la diversidad y densidad de los microorganismos que habitan en el tubo.
Prevención y tratamiento
El tratamiento de la disbiosis no siempre es sencillo. Lo mejor es abordar cada caso de un modo individualizado, para ser lo más precisos posible. No obstante, lo estándar suele ser aplicar un suplemento de probióticos y manejar los aportes de fibra según se pretenda disminuir una cepa bacteriana patógena o promocionar una beneficiosa.
Como medida de prevención cabe destacar la importancia de plantear una dieta variada y equilibrada con predominancia de los alimentos frescos. Huir de situaciones de obesidad reducirá el riesgo de desarrollar disbiosis. Mantener la lactancia materna durante el primer año de vida del bebé también.
Dentro de la pauta nutricional es importante asegurar la presencia de los lácteos fermentados, como el yogur y el kéfir. Ambos aportan bacterias probióticas capaces de incrementar la diversidad en el tubo.
También resulta determinante garantizar que diariamente se introducen en el organismo unos 25 gramos de fibra, entre soluble e insoluble. Este compuesto resulta clave para el mantenimiento de una microbiota funcional, tal y como afirma una investigación publicada en la revista Gut Microbes.
Prevenir la disbiosis es clave para asegurar buenas digestiones
Si sufres de problemas digestivos de forma frecuente, o de numerosas intolerancias alimentarias, es posible que te encuentres bajo una situación de disbiosis intestinal. De no corregirse este problema no se resolverá la sintomatología, por lo que será necesario proponer un tratamiento individualizado con foco en la microbiota. La suplementación correcta con probióticos será determinante para alcanzar el éxito, pero también un cambio radical en la dieta y en los hábitos de vida.
Referencias bibliográficas
- Holscher H. D. (2017). Dietary fiber and prebiotics and the gastrointestinal microbiota. Gut microbes, 8(2), 172–184. https://doi.org/10.1080/19490976.2017.1290756
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