La osteoporosis es una patología que afecta fundamentalmente a las mujeres que han superado la menopausia. El cambio hormonal en este periodo agiliza la resorción ósea y la salida de calcio del tejido, provocando una situación de fragilidad que puede preceder al desarrollo de otras patologías crónicas más graves.
Hemos de tener en cuenta que la osteoporosis puede prevenirse de manera muy eficiente poniendo el foco en los hábitos de vida. No solo es preciso cuidar la dieta, sino realizar ejercicio de fuerza con frecuencia para potenciar la función muscular. Y es que la masa magra actúa como protectora del hueso, además de mantener el equilibrio inflamatorio en el medio interno e impedir que las alteraciones en el entorno hormonal sean mayores de lo debido.
¿Qué es la osteoporosis?
Como osteoporosis conocemos a una patología que cursa con la pérdida de densidad mineral ósea, aumentando el riesgo de fractura ante cualquier estímulo mecánico. Los huesos poco a poco se van debilitando y se vuelven mucho más quebradizos, lo que provoca que un pequeño impacto o caída puede tener causar daños estructurales. Generalmente las fracturas condicionadas por la osteoporosis suelen ocurrir en la zona de la cadera o de la columna vertebral, siendo estos los lugares en los que se analiza la densidad mineral para conocer el estado de la estructura.
Aunque la osteoporosis es una enfermedad asociada a la tercera edad, y más incidente en mujeres, el empeoramiento de los hábitos y el sedentarismo han provocado que su edad de inicio se adelante, siendo cada vez más frecuente también en los hombres. En cualquier caso el desarrollo de la misma suele conllevar una reducción aun más drástica de la actividad física, alterando el metabolismo e incrementando el riesgo de sufrir sarcopenia.
Desde luego existen otros factores de riesgo que pueden marcar el desarrollo de la enfermedad. Podemos destacar el sobrepeso y la obesidad, el aporte insuficiente de calcio o el mantenimiento de unos niveles demasiado bajos de vitamina D o de vitamina K.
Causas de la osteoporosis
Normalmente asociamos la osteoporosis a los malos hábitos o a la reducción de la producción de estrógenos en la mujer con el paso de la menopausia. Y es que todos estos factores han demostrado su impacto sobre la salud del hueso. Pero también existen fármacos cuyo uso continuado puede terminar incrementando el riesgo. Un ejemplo de ellos serían los inhibidores de la bomba de protones (entre los que destaca el omeprazol), que se suelen consumir con excesiva frecuencia.
También los medicamentos contra el hipogonadismo, los inhibidores selectivos de los receptores de serotonina, las quimioterapias y el acetato de medroxiprogesterona pueden incrementa la incidencia de la patología. En el caso de que sea introducir en la pauta alguno de estos medicamentos para tratar cierta afección, lo ideal es poner el foco aun más en las rutinas para evitar que un desequilibrio dietético agrave el proceso.
¿Cómo se diagnostica?
La única manera de diagnosticar con eficiencia la osteoporosis es a través de una densitometría ósea o DEXA. Mide la cantidad de rayos x absorbidos por los tejidos y huesos y se correlaciona con la densidad mineral. Se compara la cantidad de hueso existente en el organismo respecto a una población normal de gente más joven y de este modo se puede calcular el riesgo de sufrir una fractura.
Prevención natural de la osteoporosis
A día de hoy la osteoporosis no tiene cura conocida. Por ello es fundamental poner el foco en los mecanismos de prevención, que sí han sido correctamente descritos desde hace años. Desde luego la dieta juega un papel importante, pero no es el único factor a tener en cuenta. Recientemente se ha demostrado que tanto el trabajo de fuerza como el ejercicio de impacto consiguen aumentar la mineralización del hueso y la remodelación del mismo, equilibrando el proceso de formación con el de resorción e impidiendo que el tejido se vea deteriorado.
Consumo de calcio para prevenir la osteoporosis
El calcio es el elemento constituyente principal de los huesos. Un correcto aporte durante todas las etapas de la vida consigue mejorar la prevención de la osteoporosis. A partir de los 30 o de los 40 años, sobre todo en las mujeres, la densidad mineral comienza a reducirse de manera paulatina, por lo que será importante que en las primeras etapas de la vida se cubran los requerimientos del mineral para asegurar una buena densidad del mismo en el tejido. Esto atrasará la degeneración de la estructura.
La cantidad diaria recomendada de calcio es de 1000 mg al día para los adultos de entre 19 y 50 años. Para alcanzar dicha dosis no es necesario recurrir a la suplementación, sino que basta con asegurar la presencia de alimentos frescos en la dieta diaria como los lácteos, los frutos secos e incluso algunos pescados de pequeño tamaño.
Aporte de vitamina D
Si bien no suele existir mucho problema para asegurar la disponibilidad del calcio en la dieta, la vitamina D es un nutriente más limitante por la prevalencia de su déficit en la población. Las fuentes dietéticas son escasas y de baja calidad por la poca concentración. Por lo tanto la mejor manera de asegurar que la 25-hidroxi-vitamina D se mantiene dentro de los rangos recomendados es a través de la exposición frecuente a la luz solar. El nutriente, que funciona como una hormona en el organismo, puede sintetizarse en la piel en contacto con los rayos ultravioleta, a partir del colesterol.
El problema es que poco a poco las personas pasan cada vez más tiempo en interiores. A esto le sumamos que dependiendo de la latitud y de la época del año la eficiencia a la hora de sintetizar vitamina D de manera endógena varía. El resultado es que la mayor parte de la población cuenta con un déficit alarmante de este elemento, manteniéndose en suero por debajo de 30 ng/mL.
Por ello lo más práctico supone recurrir a la suplementación. Entre 1000 y 5000 UI/día son más que suficientes para asegurar que el nivel en sangre es adecuado. De este modo se garantiza una buena absorción de calcio a nivel intestinal y una correcta fijación en el tejido óseo. Además la vitamina D favorece la salud muscular, fundamental de cara a proteger al hueso de impactos y estímulos mecánicos.
Otras vitaminas y minerales
En la prevención de la osteoporosis no solo intervienen la vitamina D y el calcio. Podemos hablar también del magnesio, un mineral que en ocasiones es deficitario en la dieta. Existen evidencias conforme las personas que consumen mayor cantidad de este elemento tienen una densidad mineral ósea superior, por lo que podría ser interesante hasta la suplementación. Al final es un compuesto que facilita la absorción del calcio y su disponibilidad, facilitando la llegada del mismo al tejido.
Pero también es determinante la vitamina K. Esta no es esencial, el cuerpo puede producirla por sí mismo. Pero es frecuente su presencia en alimentos vegetales de hoja verde. Se ha documentado que un nivel bajo de vitamina K provocaría mayor fragilidad, reduciendo la fuerza de los huesos y su capacidad de absorber impactos. Permite la activación de la osteocalcina, proteína matricial gamma-carboxiglutámico y de la proteína S. Por ello es frecuente que se administre con junto con la vitamina D en los suplementos, ya que ambas son sinérgicas para la salud del hueso.
Ejercicio físico contra la osteoporosis
Si bien hay que tener cierto cuidado con el ejercicio de impacto una vez que la osteoporosis se ha desarrollado, esta clase de estímulo es fundamental cuando hablamos de prevención. Y es que de este modo se favorecen los procesos de remodelación y se compensa la resorción del tejido, imperando la formación a la hora de desequilibrar la balanza.
Del mismo modo, es sumamente importante trabajar fuerza con cargas. Así se potencia la función muscular, siendo este tejido clave en la protección del hueso. Se sintetizan además mioquinas que cuentan con un gran potencial a nivel de señalización, disparando procesos fisiológicos muy relacionados con el mantenimiento del equilibrio inflamatorio, de la génesis hormonal y de la fijación del calcio al tejido óseo.
En el caso de las personas mayores en las que ya se ha detectado una reducción de la densidad mineral, la actividad física supone también un excelente complemento para el manejo, pero de manera controlada. Es fundamental evitar aquí golpes y caídas que puedan poner en riesgo la integridad estructural. Aunque favorecer la hipertrofia desde luego se considera protector.
Fármacos empleados para tratar la osteoporosis
Aunque con el cambio de hábitos se puede experimentar un manejo eficiente de la enfermedad, existen ciertas terapias farmacológicas que pueden tener sentido en algunos casos para controlar la osteoporosis. También para prevenir su progresión. Destacan en este caso los bifosfonatos, que parecen reducir el riesgo de fractura. Aunque son medicamentos que pueden generar efectos secundarios a nivel intestinal y digestivo, por lo que no siempre son bien tolerados.
Se suele emplear también Denosumab y, en los últimos años, se investiga con la terapia de reemplazo hormonal. Esta comienza a evidenciar buenos resultados, tanto en hombres como en mujeres. En el caso de estas últimas se administran estrógenos tras la menopausia para ayudar a mantener la densidad mineral ósea. Como contrapartida se destaca que podría incrementar el riesgo de cáncer de mama. Es algo que está en entredicho y el efecto parece depender bastante de la dosis empleada.
Los tóxicos aumentan el riesgo de osteoporosis
Tan importante como los buenos hábitos que incluimos son aquellas malas costumbres que desechamos. Evitar tóxicos como el tabaco y el alcohol es fundamental para reducir el riesgo de osteoporosis y su progresión. Al final ambos compuestos incrementan el estrés oxidativo y dañan la salud muscular y hormonal. Favorecen la pérdida de calcio, el déficit de vitamina D y la degradación de las proteínas dentro del cuerpo humano, perjudicando su funcionalidad.
En este sentido, es importante también disminuir el consumo de ultraprocesados industriales y de grasas trans. Favorecen la inflamación y dificultan la síntesis de un nuevo tejido de calidad. La dieta ha de estar basada en alimentos frescos y tiene que ser suficiente en proteínas. Durante muchos años se afirmó que un consumo elevado de estos nutrientes podría terminar afectando a la densidad mineral ósea negativamente, pero a día de hoy sabemos que eso no es cierto.
No olvidemos tampoco la necesidad de mantener un peso saludable. La acumulación de grasa a nivel subcutáneo y visceral perjudica la función metabólica y la homeostasis dentro del medio interno. Además incrementa la presión en las estructuras, favoreciendo por lo tanto los procesos de resorción ósea y la pérdida de calcio en el tejido. Lograr un buen estado de composición corporal marca la diferencia a todos los efectos.
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