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La lesión de ligamento cruzado anterior es la más temida por los atletas. En primer lugar porque hasta ahora conlleva siempre operación. Por otra parte, por su largo periodo de recuperación. Hasta la práctica deportiva normal puede precisarse un intervalo de 9 meses. Pero aún así el riesgo de recaída es relativamente elevado hasta que pasan dos años desde la intervención. Todo ello por no mencionar otras molestias que puedan ir surgiendo.
Pero se han publicado una serie de artículos con modelos de tratamiento no quirúrgicos que abren la puerta a la esperanza para los atletas, pues los resultados han sido muy positivos. Desde luego está cambiando el concepto que se tenía sobre la función del tendón y también sobre su capacidad de regeneración posterior a una lesión.
¿Cuál es la función del ligamento cruzado anterior?
Hasta ahora se afirmaba que la función de los ligamentos era aportar estabilidad a una articulación. En el caso del ligamento cruzado anterior, su cometido sería evitar desplazamientos excesivos de la tibia con respecto al fémur, manteniendo la estructura bien equilibrada. Sin embargo, ha surgido una nueva línea de evidencia que sitúa a estos elementos como simples sensores.
Lo que se ha descubierto es que realmente el ligamento no tiene la capacidad de absorber grandes fuerzas. Si lo aislamos de la estructura articular probablemente se rompiera con una carga de 20 o de 30 kilos. Teniendo en cuenta que solo el hecho de aguantar la recepción de un salto ya provoca un peso mayor, es poco probable que realmente sea este su cometido.
En base a estos hallazgos se propone la posibilidad de que los ligamentos actúen como sensores. Son los que primero detectan inestabilidades o desplazamientos en la articulación y envían información al sistema nervioso para provocar la contracción de los músculos colindantes, consiguiendo así que la masa magra sea la que realice de manera eficiente la función de estabilización. Funcionarían con lo tanto como las cuerdas de una guitarra, siendo muy sensibles a cualquier estímulo mecánico.
Por lo tanto, la rotura total o parcial de estos elementos provoca una pérdida propioceptiva derivada de problemas en la señalización, siendo esto algo que se puede entrenar a través de otros mecanismos.
Eso sí, hay que entender que esto es una teoría novedosa y que de momento está discutida. Desde el punto de vista fisiológico tiene sentido, pero no es la versión más aceptada por el momento. Lo que está claro es que en el momento en el que un ligamento como el cruzado anterior se lesiona de gravedad se provoca un daño estructural que condiciona la práctica deportiva y que requiere de un manejo específico.
Factores de riesgo de lesión del ligamento cruzado anterior
Desde luego existen varios factores de riesgo de lesión del ligamento cruzado anterior que se han identificado con precisión en la literatura científica. El primero de ellos sería el valgo dinámico de rodilla, provocado generalmente por una falta de fuerza en el glúteo medio. Es una de las situaciones más frecuentes en la mujer deportista y el motivo por el cual existe una plaga de este tipo de lesión en el fútbol femenino.
Pero hemos de entender que otro de los grandes motivos del desgarro del ligamento cruzado anterior es el desequilibrio de fuerzas entre el cuádriceps y el isquiotibial, superando la relación 2:1. El isquio es el músculo que estabiliza la tibia respecto al fémur, evitando un movimiento excesivo de la misma en dirección anterior. Atendiendo a la teoría de los sensores, el ligamento enviaría información a este músculo llegado el momento para fomentar la contracción y evitar desplazamientos en ambos huesos que causasen un daño.
Por último hemos de comentar los factores de riesgo traumáticos. En algunos deportes de combate existen luxaciones articulares que conllevan la hiperextensión de la rodilla, pudiendo provocar una sección en el ligamento. Las rotaciones de la rodilla con el pie apoyado o bloqueado pueden generar igualmente dicho efecto.
¿Cómo prevenir la lesión de ligamento cruzado?
Desde luego el mejor método de prevención de la lesión de ligamento cruzado anterior es el trabajo de fuerza. Será preciso optimizar el trabajo de la cadena posterior para asegurar el fortalecimiento del glúteo medio, evitando así el valgo dinámico de rodilla en gestos como la recepción de un salto sobre una sola pierna. El ejercicio hip-thrust podría ayudar en gran medida.
Del mismo modo, el esfuerzo excéntrico de isquiotibial puede llegar a marcar la diferencia. Es una excelente manera de igual el ratio de fuerza cuádriceps-isquiotibial y lograr así una mejor estabilización y protección de la articulación de la rodilla. Para ello el curl nórdico o el curl de isquio en máquina se sitúan como las mejores alternativas, tratando de incrementar las cargas progresivamente.
A partir de aquí la educación propioceptiva puede ser también de utilidad. Pero no ha de suponer la parte central del trabajo de prevención de lesión de ligamento cruzado, sino más bien un complemento específico para cada deporte. Desde luego cuanto más entrenado esté el sistema nervioso para enviar las señales de contracción muscular en base a los gestos propios de una actividad, mejor. Pero la base es la fuerza.
Alternativa no quirúrgica en la lesión de ligamento cruzado anterior
Recientemente se han publicado un par de papers que rompen totalmente con el tratamiento de lesión de ligamento cruzado anterior propuesto hasta la fecha. La única alternativa era la quirúrgica, pues se entiende que esta estructura está poco irrigada y que su capacidad de recuperación espontánea es mínima o nula. Pero esto ha quedado en entredicho con los últimos descubrimientos.
Y es que se ha inventado un protocolo bajo el cual el ligamento cruzado podría regenerarse por sí solo tras una lesión total. Consiste en inmovilizar la pierna con órtesis en flexión de 90º durante 4 semanas. Con esta disposición se logra que la distancia entre el origen de ligamento y su inserción sea lo más corta posible. A partir de aquí parece que la irrigación es suficiente como para promover la regeneración.
Poco a poco se va incrementando la amplitud de la flexión hasta lograr la extensión completa y el comienzo de la readaptación. Se recomienda también evitar los antiinflamatorios y el hielo, para no cortar el proceso inflamatorio que forma parte de la recuperación. Como mucho sería posible inyectar PRP.
A las 12 semanas se retira la férula y se daría por terminada la recuperación. Los resultados muestran que el 90 % de los pacientes intervenidos con este método tenían un ligamento cruzado continuo al cabo de los 3 meses. Solo el 14 % se lesionó de nuevo en los 5-18 meses posteriores.
Perspectivas de la lesión de ligamento cruzado
A pesar del optimismo de los resultados de los últimos estudios, todavía existen ciertas incógnitas sobre este modelo de tratamiento. La primera de ellas es conocer qué tipo de rotura se cura por completo y cuál no, ya que hay al menos un 10 % de casos en los que no funciona. De la misma manera habría que probarlo con atletas de élite, sometidos a un nivel de estrés elevado en la articulación.
Pero sea como fuera, supone una visión totalmente rompedora con lo anterior, pudiendo cambiar la manera de abordar esta clase de desgarros. Aunque claramente lo mejor es apostar por la prevención y para ello hay que poner el foco en el trabajo de fuerza y en la potenciación del isquiotibial.
Referencias bibliográficas
- Filbay SR, Dowsett M, Chaker Jomaa M, Rooney J, Sabharwal R, Lucas P, Van Den Heever A, Kazaglis J, Merlino J, Moran M, Allwright M, Kuah DEK, Durie R, Roger G, Cross M, Cross T. Healing of acute anterior cruciate ligament rupture on MRI and outcomes following non-surgical management with the Cross Bracing Protocol. Br J Sports Med. 2023 Dec;57(23):1490-1497. doi: 10.1136/bjsports-2023-106931. Epub 2023 Jun 14. PMID: 37316199; PMCID: PMC10715498.
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