El concepto de crononutrición fue desarrollado en 1986 por el Dr. Alain Delabos. Se trata de un enfoque nutricional basado en la relación entre los ritmos circadianos y la alimentación. En esencia, no solo es importante qué comemos, sino cuándo lo hacemos. Esta disciplina estudia cómo el horario de las comidas puede afectar el metabolismo, la salud general y el bienestar. De este modo, la crononutrición ha revelado cómo ajustar el momento de la ingesta de alimentos podría optimizar procesos metabólicos, mejorar el control del peso y reducir el riesgo de enfermedades crónicas.
¿Qué es la crononutrición?
La crononutrición examina cómo los alimentos interactúan con el «reloj biológico» del cuerpo, un sistema regulado por los ritmos circadianos que afecta a procesos como la digestión, la secreción de hormonas y el metabolismo de nutrientes. El ser humano, como muchos organismos vivos, sigue un ciclo circadiano de 24 horas que regula su fisiología y comportamiento, desde los patrones de sueño hasta el apetito. Estudios como los de Oike et al. (2014) han demostrado que los genes relacionados con el reloj biológico, conocidos como clock genes, desempeñan un papel crucial en el metabolismo. Estos genes influyen en la capacidad del cuerpo para metabolizar nutrientes de manera óptima según la hora del día.
Comer fuera de los momentos alineados con estos ritmos puede llevar a desajustes metabólicos, contribuyendo a condiciones como la obesidad y la diabetes tipo 2. Esto se debe a que las funciones digestivas y metabólicas no operan de la misma manera durante el día y la noche.
La crononutrición se basa en tres dimensiones diferentes de la conducta alimentaria, que incluyen:
- El horario.
- La frecuencia.
- La regularidad.
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Beneficios de la crononutrición para la salud
- Optimización del metabolismo: uno de los beneficios más estudiados de la crononutrición es su capacidad para optimizar el metabolismo. Comer en sintonía con los ritmos circadianos puede mejorar la regulación de la glucosa y la sensibilidad a la insulina. Según Flanagan et al. (2021), consumir más calorías por la mañana y menos por la noche puede llevar a una mejor gestión del peso y un menor riesgo de enfermedades metabólicas. Esto se debe a que nuestro cuerpo está más predispuesto a metabolizar eficientemente los carbohidratos y las grasas durante las horas diurnas.
- Control del peso: la crononutrición también se asocia con el control del peso. Estudios observacionales, como los revisados por Almoosawi et al. (2016), han encontrado que las personas que consumen una mayor proporción de sus calorías en las primeras horas del día tienden a tener un peso corporal más saludable en comparación con aquellas que comen tarde. Por lo que, consumir alimentos durante la noche, cuando el cuerpo está menos sensible a la insulina y otras hormonas que regulan el metabolismo, puede estar asociado con una mayor dificultad para metabolizar los nutrientes de manera eficiente, lo que puede contribuir a un balance energético positivo y un mayor riesgo de ganancia de peso a largo plazo.
- Mejora de la salud cardiovascular: además de los beneficios metabólicos, la crononutrición puede tener efectos positivos sobre la salud cardiovascular. Varios estudios han demostrado que el ayuno nocturno prolongado y una mayor ingesta calórica durante el día pueden mejorar los marcadores de salud cardiovascular, como la presión arterial y los niveles de lípidos. Esto está alineado con la idea de que comer en sintonía con el reloj biológico puede reducir el riesgo de enfermedades cardíacas.
- Mejora de la salud mental y del sueño: podría influir en la calidad del sueño y la salud mental. Los estudios sugieren que comer de forma alineada con los ritmos circadianos puede mejorar la secreción de melatonina, la hormona clave que regula el sueño. Comer tarde en la noche, especialmente comidas ricas en grasas o carbohidratos, puede alterar el ciclo circadiano y perjudicar la calidad del sueño. Esto, a su vez, afecta el estado de ánimo y la función cognitiva. Dormir mejor también está asociado con un mejor control del peso y de la glucosa en sangre, creando un ciclo positivo.
- Influencia positiva en el rendimiento cognitivo: la crononutrición no solo afecta al metabolismo físico, sino también al funcionamiento cerebral. Flanagan et al. (2021) argumentan que comer de manera desincronizada con el reloj biológico puede interferir con procesos neurocognitivos clave, lo que afecta negativamente la memoria, la atención y la toma de decisiones. Comer durante las horas de mayor actividad metabólica y mental (por la mañana y al mediodía) podría favorecer el rendimiento cognitivo.
- Mejora del perfil hormonal: el ritmo circadiano regula varias hormonas implicadas en el apetito y el metabolismo, como la grelina (que estimula el hambre) y la leptina (que regula la saciedad). Comer en sintonía con los ritmos circadianos puede mejorar la regulación de estas hormonas. Comer de manera caótica o tarde en la noche podría aumentar los niveles de grelina, promoviendo el hambre, y disminuir la efectividad de la leptina, lo que contribuye a la ingesta excesiva de calorías.
¿Cómo funciona la crononutrición?
El funcionamiento de la crononutrición se basa en la interacción entre el reloj biológico y la alimentación, es decir, cómo los ritmos circadianos afectan la digestión, el metabolismo y la asimilación de nutrientes a lo largo del día. Los ritmos circadianos, que son ciclos biológicos de 24 horas que regulan funciones corporales como el sueño, la secreción de hormonas y la temperatura corporal, juegan un papel clave en la manera en que procesamos los alimentos.
- Ritmos circadianos y metabolismo: el cuerpo humano está programado para responder de manera óptima a los nutrientes en diferentes momentos del día. Esta programación está dirigida por los genes del reloj circadiano o clock genes, que regulan diversas funciones metabólicas. Estos genes se expresan en casi todos los tejidos, desde el cerebro hasta el hígado, y están sincronizados principalmente por la exposición a la luz y el ciclo sueño-vigilia.
Por la mañana, la secreción de cortisol y la sensibilidad a la insulina están en su punto más alto, lo que favorece la metabolización eficiente de los carbohidratos y la glucosa. Esto es clave para garantizar que el cuerpo utilice los nutrientes consumidos para generar energía rápidamente.
Por la noche, la actividad metabólica disminuye debido a la reducción de la secreción de insulina y la producción de melatonina, la hormona que regula el sueño. Comer durante estas horas puede generar un desequilibrio metabólico, lo que aumenta el riesgo de acumulación de grasa y resistencia a la insulina.
- El impacto de los genes del reloj en la digestión: los clock genes no solo están presentes en el cerebro, sino también en tejidos metabólicamente activos como el hígado, el páncreas y el tejido adiposo. Estos órganos son responsables de la digestión, la secreción de insulina y el almacenamiento de grasas. La investigación muestra que las actividades de estos órganos están alineadas con los ritmos circadianos. Por ejemplo, el hígado es más eficiente en la metabolización de las grasas y carbohidratos durante el día que por la noche.
- Sincronización externa e interna: los ritmos circadianos internos están sincronizados con estímulos externos, siendo el principal de ellos la luz solar. Sin embargo, la comida es otro sincronizador potente. Comer en horarios irregulares o fuera del ciclo natural puede desincronizar los relojes periféricos (como los del hígado o el páncreas) con el reloj central en el cerebro. Esto es lo que se denomina «desincronización circadiana» y puede llevar a problemas metabólicos como la obesidad, la diabetes tipo 2 y el síndrome metabólico.
- Momentos óptimos para comer: el concepto central de la crononutrición es que no todas las horas del día son iguales en términos de capacidad digestiva y metabólica. Comer grandes cantidades de alimentos por la noche puede aumentar el riesgo de ganar peso, ya que el cuerpo tiene menos capacidad para procesar los nutrientes de manera eficiente. Por otro lado, consumir más calorías por la mañana o temprano en la tarde puede mejorar la respuesta glucémica y el metabolismo.
- La importancia del ayuno nocturno: la crononutrición también destaca el beneficio de un ayuno prolongado durante la noche. Este patrón no solo optimiza el metabolismo, sino que también se ha demostrado que mejora los niveles de insulina y reduce la inflamación, factores clave para la prevención de enfermedades crónicas como la diabetes tipo 2 y las enfermedades cardiovasculares.
- Modulación de las hormonas del apetito: las hormonas que regulan el hambre y la saciedad, como la grelina y la leptina, también están influenciadas por los ritmos circadianos. Comer tarde en la noche o a deshoras puede desajustar los niveles de estas hormonas, lo que genera un aumento del hambre y una menor sensación de saciedad durante el día.
¿Qué comer según la cononutrición?
Desayuno:
El desayuno es considerado por muchos expertos en crononutrición como la comida más importante del día. Un desayuno equilibrado, rico en proteínas y carbohidratos complejos, proporciona la energía necesaria para comenzar el día y ayuda a regular los niveles de glucosa en sangre. Alimentos como avena, huevos, yogur griego, frutas frescas y frutos secos son ideales en esta comida.
Almuerzo:
El almuerzo debe ser la comida más completa del día, proporcionando una mezcla equilibrada de proteínas, carbohidratos y grasas saludables. Durante el mediodía, el cuerpo sigue siendo eficiente en la digestión y asimilación de nutrientes. Algunas opciones incluyen pescados, carnes magras, legumbres, vegetales y granos integrales.
Cena:
En la crononutrición, se recomienda que la cena sea ligera y se consuma temprano en la noche. Una comida rica en proteínas magras y vegetales, y con bajo contenido en carbohidratos, ayuda a evitar picos de glucosa y mejora la calidad del sueño. Comer tarde o grandes cantidades antes de dormir puede interferir con el metabolismo nocturno y contribuir al aumento de peso.
Crononutrición y rendimiento deportivo
En relación a los ritmos circadianos y el rendimiento, las investigaciones sugieren que la fuerza y la potencia son mayores por la tarde, debido a la temperatura corporal y la disponibilidad de energía. Por ejemplo, consumir carbohidratos antes del ejercicio de alta intensidad mejora el rendimiento al optimizar las reservas de glucógeno muscular, siendo fundamental su ingesta en el momento previo de la actividad para mejorar el rendimiento en deportes de resistencia. En el caso de las proteínas, la distribución de la ingesta proteica a lo largo del día maximiza la síntesis muscular y mejora la recuperación.
Además, los deportistas que sincronizan su alimentación con los ritmos circadianos han mostrado mejoras en pruebas de resistencia y fuerza en comparación con aquellos que no lo hacían. Esta sincronización ayuda a optimizar la energía disponible y a mejorar la recuperación. La ingesta de nutrientes post-entrenamiento, específicamente proteínas y carbohidratos, es esencial para la recuperación.
Algunas investigaciones han demostrado que consumir carbohidratos antes de un ejercicio de alta intensidad puede mejorar el rendimiento. Por tanto, la carga de carbohidratos contribuye a llenar las reservas de glucógeno muscular, lo que es crucial para el rendimiento en actividades prolongadas. Además, es mejor consumir los carbohidratos en el momento en el que coincide con la actividad física, ya que de esta forma se optimiza la disponibilidad de energía, por lo que el timing de la ingesta es fundamental en el contexto deportivo.
Respecto a las proteínas, su ingesta después del ejercicio es fundamental para la recuperación y el crecimiento muscular. La distribución de la ingesta de proteínas a lo largo del día (en lugar de concentrarla en una sola comida) puede maximizar la síntesis de proteínas musculares.
En cuanto a las grasas, aunque las grasas son un combustible importante, su metabolización es más eficiente cuando se consumen en momentos en que el cuerpo está en reposo, debido a la disminución del flujo sanguíneo al tracto gastrointestinal durante el ejercicio intenso.
Además, la crononutrición puede ser útil en periodos de carga y descarga. Durante la carga, aumentar la ingesta de carbohidratos en las horas previas a una competición puede mejorar el rendimiento. Durante la recuperación, la ingesta de proteínas y carbohidratos debe ser prioritaria inmediatamente después del ejercicio para maximizar la recuperación.
Por otro lado, la privación del sueño puede alterar los ritmos circadianos y, en consecuencia, afectar el rendimiento deportivo. La falta de sueño se asocia con una disminución del rendimiento físico y cognitivo, lo que destaca la importancia de la crononutrición y el sueño en la preparación deportiva.
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Consejos para empezar con la crononutrición
- Prioriza las calorías por la mañana: intenta consumir la mayor parte de tus calorías en la primera mitad del día, especialmente durante el desayuno.
- Evita comer tarde: cena temprano y de manera ligera para darle al cuerpo suficiente tiempo para digerir antes de dormir.
- Mantén un horario constante: trata de comer a las mismas horas todos los días, incluso los fines de semana, para optimizar tus ritmos circadianos.
- Adapta las comidas a tu actividad física: consume alimentos más calóricos cuando tu nivel de actividad sea más alto, como antes o después del ejercicio.
- Escucha a tu cuerpo: sé consciente de las señales naturales de hambre y saciedad para evitar comer en exceso o fuera de horarios óptimos.
La crononutrición podría ser una buena herramienta para optimizar la salud metabólica y general. Alineando nuestras comidas con los ritmos circadianos, no solo podemos mejorar la digestión y la energía, sino también prevenir enfermedades crónicas como la obesidad, la diabetes tipo 2 y las enfermedades cardiovasculares. Implementar estos principios en la vida diaria podría ser un paso hacia una alimentación más consciente y saludable.
Referencias bibliográficas
- Oike, H., Oishi, K., & Kobori, M. (2014). Nutrients, Clock Genes, and Chrononutrition. Current nutrition reports, 3(3), 204–212.
- Flanagan, A., Bechtold, D. A., Pot, G. K., & Johnston, J. D. (2021). Chrono-nutrition: From molecular and neuronal mechanisms to human epidemiology and timed feeding patterns. Journal of Neurochemistry, 157(1), 53–72.
- Almoosawi, S., Vingeliene, S., Karagounis, L. G., & Pot, G. K. (2016). Chrono-nutrition: A review of current evidence from observational studies on global trends in time-of-day of energy intake and its association with obesity. The Proceedings of the Nutrition Society, 75(4), 487–500.