Los comienzos son duros. Un cambio de hábitos puede conllevar frustración al principio. Sobre todo porque la velocidad del avance no siempre es la que se desea.
Nos centramos demasiado en el corto plazo y exigimos resultados pronto. Pero a veces las cosas no salen como las planteamos. Y es que en muchos casos ni siquiera es positivo que el proceso sea rápido. Para ayudarte a evitar el abandono, y mejorar la tasa de éxito, te daré una serie de consejos junto a @habitosalfa.
Al final lo relevante en un proceso de estas características es lograr constancia a medio plazo. ¿Por qué la mayor parte de las dietas fallan? Porque están pensadas para mantenerse durante un periodo de tiempo determinado. Consiguen un efecto, que puede ser perder 5 o 10 kilos, y después se abandonan, ya que es algo que no resulta sostenible. En este caso correr mucho no llevará más lejos.
Céntrate en los pilares a la hora de cambiar los hábitos
En el momento de empezar a modificar los hábitos conviene identificar cuáles son los puntos a cambiar del modo de vida actual. Podríamos estar hablando de hábitos malos para la salud como: sedentarismo, consumo excesivo de alcohol, adicción al azúcar, una dieta poco equilibrada… Lo que debes tener claro es que cada uno es diferente y se pueden poner muchos ejemplos al respecto, pero, lo importante, es detectar estos factores limitantes.
Modificar uno de ellos cada 3-4 semanas será más que suficiente. Normalmente un cambio demasiado brusco conlleva mayor dificultad a nivel emocional o mental. No es necesario romper con todo lo anterior, sino plantear una transición hacia algo más adecuado.
Por ejemplo, acompañar las comidas con pan. En vez de suprimir su consumo de manera repentina, se puede ir reduciendo la cantidad hasta su eliminación: la primera semana, se disminuye la porción a la mitad; luego, se reduce su consumo a 3 o 4 días por semana; y, pasados un mes, será más sencillo evitar añadir esta fuente de carbohidratos a las comidas.
Esto, aunque parezca algo sencillo, se puede volver complicado para muchos. Al final supone cambiar rutinas y comportamientos adquiridos y mantenidos durante un periodo de tiempo largo. En muchos casos, incluso existen conexiones emocionales con ciertos alimentos o comidas que no son buenas mantener.
¿Qué pasa si los resultados no llegan pronto?
No te frustres. Primero debes entender que conseguir un resultado demasiado específico en un tiempo determinado es muy complejo y no depende sólo de ti, hay cosas que no puedes controlar. Lo único que está en tus manos es implementar hábitos que incrementen las probabilidades de éxito y ser paciente.
Además, los resultados no siempre son fáciles de cuantificar. Si quieres ponerte en forma y tu indicador es la báscula puedes frustrarte por culpa de un número cuando en realidad estás ganando músculo y perdiendo grasa. No todos los mecanismos de medición son eficientes y hay procesos internos que son incapaces de percibir. Por otra parte, los resultados a veces llegan de forma no lineal, puedes pasar semanas aplicando un hábito y notar pequeños cambios o ninguno, pero un día descubres algo que te funciona especialmente bien a ti y todo pega un cambio en apenas un par de semanas.
Es normal mostrarse ansioso cuando haces modificaciones en tus hábitos por ver avances físicos. La razón es simple, quieres alcanzar el objetivo cuanto antes para verte bien y poder relajarte en algunos hábitos o ser más flexible con ellos. A veces se pone el foco en el resultado, pero es más importante centrarse en las rutinas. Lo que salga de ahí simplemente es un reflejo, un efecto secundario. Enamórate del hábito y no será un castigo, sino que empezarás a disfrutar del proceso.
¿Qué hacer si aparece la frustración?
Si llega la frustración porque no están apareciendo los resultados, debes hacerte la siguiente pregunta: ¿Qué debo cambiar y en qué puedo mejorar? Reajusta los hábitos, no debes hacer nada que no seas capaz de mantener por el resto de tu vida.
No importa si los demás piensan que tu objetivo es poco ambicioso. Si solo te ves entrenando 1 hora a la semana para siempre, empieza por ahí. Si solo estás dispuesto a mejorar tus desayunos de lunes a viernes, hazlo. Con esta forma de actuar te empezarás a encantar con el proceso, te lo garantizo. Le cogerás el gusto a entrenar, a cuidarte y, después de un tiempo, estarás dispuesto a añadir más de horas y más hábitos saludables. Da igual el ritmo al que vayas mejorando, lo importante es lograr esa constancia y suprimir la frustración por no ver resultados en el momento.
Recuerda que, por muy duro y brusco que sea el cambio, los resultados no serán inminentes. Empieza por un cambio fácil, que te resulta sencillo y te enganche al proceso. Disfrutar y coger el hábito es una gran victoria para alcanzar todos los objetivos que te propongas.
Trabaja en silencio, empieza pequeño, empieza para siempre y empieza hoy.